sábado, 25 de abril de 2020

Desempolvando el globo terráqueo



Fernando Murillo Flores

Recuerdo que en la casa de mis suegros, cuando ellos aún vivían en el Cuzco, en la sala comedor, encima de un mueble de madera que diseñó y construyó mi suegro, el Ing. Víctor Manuel Chávez Gonzáles, fiel a su afición a la carpintería, había un globo terráqueo a escala, de esos que puedes sostener en tus manos y te muestra todo el mundo, sus polos, sus continentes y sus mares; en esa esfera se aprecia las latitudes y altitudes, puedes ubicar todos los países del mundo y con solo sostenerlo y girarlo puedes viajar imaginariamente por este mundo que, como una especie más, aloja a los humanos.

Con el índice podías seguir la ruta de Colón, de Magallanes, de Marco Polo, de los cruzados y de pronto las rutas que habrían seguido los primeros pobladores de nuestra America. Recuerdo al ingeniero, en muchas ocasiones, explicando a mis hijos las antípodas, los lugares en los que hubo un movimiento sísmico y otros temas mundanos; muchas veces lo vi desempolvar su globo terráqueo. Mis suegros se fueron a vivir a Lima, su globo terráqueo ahora está en mi oficina, siempre lo veo y admiro como Mafalda lo hace con el suyo, también lo desempolvo de cuando en cuando.

Franco, mi hijo, me envío un link: covidvisualizer.com, a través del whatsapp, al ingresar mediante el celular o la computadora, aparece en un fondo rojo y girando, un globo terráqueo mostrando todos los países del mundo y cuando uno hace clic en uno de ellos, automáticamente se abre un cuadro en el que se lee una cifras de terror: cuantos casos declarados de Covid 19 tiene el país y cuantos de sus ciudadanos ya murieron, la data que brinda ese sitio web se actualiza constantemente e incluso se aprecia el número total de personas infectadas y muertas a nivel mundial.

Duele hacer clic en ese globo terráqueo digital y saber que minuto a minuto están muriendo muchas personas de esa humanidad a la que pertenecemos. Hubiese querido contarle a mi hija Sofía lo que fue esta pandemia, como cuando se habla de las guerras mundiales, pero me tocó vivirla con ella; veo unas fotos y filmaciones de mi nieto Sergio Vincenzo en brazos de su padre y abuelo antes de la cuarentena, y duele que estemos viviendo con él este aislamiento necesario para vencer la pandemia y poder vernos joven él y anciano yo en el futuro. Duele ver a mi sobrina nieta Catalina sólo en una foto que pone su abuelo, mi primo Gabriel, en la pantalla cada vez que nos reunimos virtualmente vía Zoom, ella es la última de la fila en la familia Flores Ochoa, esa que fundaron Miguel Angel e Ildaura, pero a su vez primera en la fila, junto a mi nieto, en nuestros cuidados familiares, en nuestros sentimientos y pensamientos, ellos tienen que ser cuidados para preservarnos como familia. Espero que todos estén cuidando a sus familias, esto es ahora esencial, por no decir, vital.

Estoy consciente que la humanidad, desde que el primer homínido empezó a ser lo que somos actualmente, debido a su pensamiento, inteligencia y razón, se volvió la más temible de las especies que pueblan nuestro mundo; el hombre, con su sociedad, con su cultura, con su civilización estuvo destrozando el mundo, pinchando su propio bote: la tierra. Este Covid 19 nos pone sobre la mesa muchos temas sobre nuestra existencia, tal vez el primero sea que no somos los poderosos que creemos ser, pues estamos a merced de un enemigo invisible, silencioso y terriblemente letal.

Las epidemias siempre existieron y las vencimos, aunque muchas veces el costo en vidas fue tremendo hasta encontrar el tratamiento y la vacuna, estamos hablando del Ebola y el SARS; pero aquellas que sucedieron en la edad media como la peste bubónica o a principios del siglo pasado conocida como la fiebre española, nos dejaron un tratamiento antiguo y eficaz: el aislamiento. Este tratamiento lo hemos olvidado y ahora lo hemos desempolvado y, aunque muchos no crean en él y no lo practiquen, lo cierto del caso es que es el único cierto y eficaz, así como la protección con los barbijos, entre tanto alguien halle el tratamiento y la vacuna. Este aislamiento social será pauta de conducta en por lo menos un año.

Ahora el hombre tiene un avance notable en investigación científica para identificar cualquier microorganismo y estudiarlo al detalle, pero encontrar el tratamiento y la vacuna que nos inmunice tardarán en desarrollarse, sobre todo la última que tiene que someterse a un período largo de pruebas pues podría tener efectos colaterales o nocivos. La ciencia y la tecnología están haciendo su trabajo, tarde o temprano ganarán la guerra, entre tanto muchas batallas se están perdiendo.

Es increíble cómo el hombre con toda su inteligencia no está sabiendo sacar provecho de los conocimientos que por el momento tenemos respecto del virus, como el tiempo de vida que tiene en el ambiente y en superficies, de no convertimos en medios de su transmisión y que lo podemos incomunicar, que si nos lavamos constantemente las manos con agua y jabón le retiramos su cubierta a través de la que se implanta en nuestras células a las que ingresa por nuestros ojos, nariz y boca. Si eso es así, lo único que podemos hacer por el momento es no darle ventaja, es decir, no debemos constituirnos en el medio a través del que se vale para vivir, ingresando a nuestro organismo e ir contagiándonos entre nosotros.  
A esta fecha, desde el 6 de marzo pasado, cuando se declaró la existencia del primer caso en el Perú, los niveles de contagio ya hicieron colapsar nuestro sistema de salud pública, al no existir la suficiente capacidad instalada para atender aquellos pacientes que el virus deja en necesidad de una unidad de cuidados intensivos. Nuestro Estado y el gobierno hacen los esfuerzos necesarios, de seguro están cometiendo muchos errores, pues quién no los cometería ante algo sin precedentes; la población debiera hacer el esfuerzo para guardar el aislamiento requerido, y si acaso despliega alguna actividad ésta debiera ser inteligente para no ser presa fácil del virus, cumpliendo todas las recomendaciones que son tan eficaces como antiguas.

Este virus está dejando expuestos muchos problemas en nuestro país, la precariedad de nuestro sistema de salud; la existencia de un crecimiento poblacional sin control, ausencia de registros actualizados de la población, gran concentración de población en áreas sin servicios básicos y, sobre todo, un abandono del interior del país para generar oportunidades que mantengan a la población en sus lugares de origen, eso explica ese inmenso grupo de peruanos volviendo a sus lugares de origen, sin dejar de mencionar que necesitamos replantear la educación e instrucción de la población para que se respete la ley, sobre todo en épocas de crisis donde se necesita cumplirla a cabalidad para salir adelante.

Necesitamos mucho de un civismo y disciplina que no tenemos, si los tuviésemos podríamos, con todos los cuidados del caso, volver a nuestras actividades para desarrollar una coexistencia inteligente, sobre todo si conocemos al virus en lo elemental a través de lo que lo podemos exterminar. Pero, mientras no actuemos con inteligencia, seremos presa fácil de un virus letal.

Qué bueno sería poder desempolvar el mundo como lo hacía mi suegro, qué bueno sería que yo lo pudiese hacer, qué bueno sería que todos lo pudiésemos hacer; pero el Covid 19, jovencito él, mata sin discriminar, y hasta que alguien logre un tratamiento eficaz o desarrolle la vacuna que nos proteja, seguiremos muriendo, pues “la muerte de cualquier hombre me disminuye” – decía Donne – y seguiremos muriendo sin aprender la lección, pues la epidemias y pandemias siempre nos visitaron cíclicamente y lo único cierto contra ellas es el aislamiento, pero ni eso podemos hacer, sobre todo los ignorantes, necios, idiotas e imbéciles – no importa el orden –, razón por la que creo que estamos ante un enemigo que lo único que está haciendo es vivir viendo como nosotros nos matamos a notros mismos, como creo que siempre fue a lo largo de toda la historia de la humanidad.

Antes de terminar estas líneas no debo dejar de mencionar que muchos – que no faltan – encontrarán en la presencia del Covid 19 una brillante justificación para decir que muchas cosas las iban a empezar hacer y que muchas cosas no las pudieron terminar de hacer, cuando tuvieron todo el tiempo de hacerlo y terminarlo antes del 16 de marzo. Para esos muchos el Covid 19 es anillo al dedo.

Espero que este virus nos haga comprender que ante él la humanidad es una sola, que ante él las fronteras no tienen sentido, que combatirlo es igual que combatir el hambre y la miseria y que debiéramos afrontarlo como humanidad.

Acabo de hacer clic en el covidvisualizer.com mientras termino de escribir y revisar estas líneas, muchos murieron entre tanto, muchos hombres cayeron, casi quisiera decir cuando caiga uno, el último, por un segundo, Entonces todos los hombres de la tierra le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; incorporóse lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar...”, pero eso sólo es la poesía de Vallejo.

lunes, 6 de abril de 2020

Nebulosa (2)



Fernando Murillo Flores

En el artículo anterior concluimos que San Martín al constituirse en Protector del Estado peruano se convirtió en un dictador del Perú, pues reunió en él, el poder político y militar para proteger la independencia de propios y extraños. También concluimos que a Bolivar el Estado peruano lo constituyó en dictador del Perú para consolidar su independencia y que gracias a ello lo logró. En uno y otro caso, dijimos, fueron dictadores en perspectiva romana. ¿Qué significa la dictadura en perspectiva romana?

Empecemos por la definición de dictadura de la Real Academia Española “En la Antigüedad romana, magistratura extraordinaria ejercida temporalmente con poderes excepcionales.”. Carl Schmitt, citado por Siles Vallejos, explica que “la dictadura es una sabia invención de la República Romana, el dictador un magistrado romano extraordinario, que fue introducido después de la expulsión de los reyes, para que en tiempos de peligro hubiera un imperium fuerte, que no estuviera obstaculizado, como el poder de los cónsules, por la colegialidad, por el derecho de veto de los tribunos y la apelación al pueblo” (Siles Vallejos. Abraham. “La dictadura en la República romana clásica como referente paradigmático del régimen de excepción constitucional” Lima, 2014. Derecho PUCP N° 73.P. 411).

Pero, ¿cuándo y por qué se instauraba una dictadura? Siles Vallejos puntualiza “Que el cargo tuviese carácter extraordinario, empero, no colocaba al dictador por fuera de la Constitución, la cual no podía ser desconocida por este. Antes bien, la dictadura era conformada con la exclusiva finalidad de preservar la República, su orden constitucional y sus instituciones de gobierno ordinario frente a un peligro grave.

Ahora podemos entender porque sostuvimos que tanto San Martín como Bolivar fueron dictadores, de lo que se trataba era de proteger a la nueva República, en cuanto al primero, y en cuanto al segundo, de consolidar su libertad. Sin duda, ser dictador imponía a quien así era instituido, una alta responsabilidad cívica para asumir dicho cargo dentro del cauce de la constitucionalidad y respeto a la república, sabiendo de antemano que el encargo era efímero, extraordinario y excepcional hasta que las razones por las que se instauró hayan sido vencidas.

Siles Vallejo, al respecto describe una historia: “De acuerdo con la tradición, Lucio Quincio Cincinato fue un patricio romano dedicado al trabajo agrícola en su pequeña finca situada en la cercanía de la ciudad, al otro lado del río Tíber. Fue hecho dictador en el año 458 a.C., con la misión de salvar a Roma, cuyo ejército, comandado por uno de los cónsules, se hallaba sitiado por las fuerzas enemigas en una localidad vecina. Cincinato, quien se encontraba trabajando con el arado cuando recibió a la delegación que le traía el nombramiento, cambió las herramientas de labranza por las armas, formó un ejército y, en el transcurso de pocos días, derrotó al invasor. Apenas dos semanas después de su elevación a la más alta magistratura del Estado, conseguido el objetivo primordial de salvar a la República del grave peligro que representaban las armas enemigas, Cincinato renunció a su investidura dictatorial y retornó a sus labores campestres como simple agricultor. En consecuencia, Lucio Quincio Cincinato es considerado, con toda justicia, un ejemplo insigne de ciudadano virtuoso, dotado de la sobriedad y la grandeza de alma de quien, pese a vivir en condiciones modestas, es capaz de renunciar a los fastos del poder tras obtener un brillante éxito militar y político. Evidentemente, su rectitud y su nobleza de corazón lo acreditan como un modelo perdurable de lo mejor de las virtudes ciudadanas en la Roma republicana.

No hablemos más de historia, sólo resta decir que esa institución ha mutado hasta nuestros días, reencarnándose constitucionalmente en dos instituciones actualmente establecidas en nuestra Constitución de 1993 y que anteriormente también las estableció su antecesora: el estado de sitio y el estado de emergencia, el primero vinculado a amenazas externas al Estado y el segundo a amenazas internas, como la que estamos viviendo actualmente con el Covid19, y las que tuvimos que sufrir con el terrorismo de los años 80 y principios de los 90.

Existen, para todo Estado, aunque ahora para muchos estados, encrucijadas que deben afrontarse con firmeza y bajo una sola dirección; en el caso del Perú, ante la inminencia de la llegada del Covid19 y la declaración de su presencia un 6 de marzo de 2020, el gobierno decretó el Estado de Emergencia del 15 al 30 de marzo de 2020 (D.S. N° 044-2020-PCM). A partir de ese momento la batuta para enfrentar la emergencia estaría en manos exclusivas del Poder Ejecutivo, en el marco de una institución establecida en la Constitución. A ese momento el Poder Legislativo aún no se había instalado, luego de la disolución del mismo el año pasado lo cual, aunque existe discrepancias al respecto, también fue un procedimiento de cauce constitucional.

Al día siguiente de la declaratoria de emergencia, los congresistas electos se convocaron para juramentar e incorporarse al Congreso de la República; un jueves 19 de marzo – ya en medio de la declaratoria de emergencia y vigente el aislamiento social – el Congreso eligió a su junta directiva. Así, el nuevo Congreso entraría en la escena política nacional, en medio de una declaratoria de emergencia y una crisis que pone a prueba nuestro sistema de salud pública.

Consecuente con la declaratoria de emergencia y de las limitaciones del Congreso para el debate de disposiciones legales técnicas ante la crisis de nuestro sistema de salud, y las decisiones sobre economía, educación, trabajo, orden interno, etc., se atendió el pedido de delegación de la falcultad legislativa mediante la Ley N° 31011 y, sin perjuicio de ello el Poder Ejecutivo continúa emitiendo decretos de urgencia.

Todo lo descrito no es sino el cumplimiento de nuestro orden constitucional en tiempos de crisis, que permite entregar, para conjurar el peligro que representa para la población del Estado peruano, el poder de dirección totalmente en el Poder Ejecutivo. En esa perspectiva, nuestra la Constitución viene cumpliendo su rol y cuando todo vuelva a la normalidad, aunque no del todo pero sí respecto a lo de urgente atención, esperemos siga siendo cumplida.

Es lamentable, eso sí, que sea un sector de la población quien no cumpla las disposiciones del gobierno en tiempos de emergencia, eso es sencillamente falta de civismo, es la ausencia de educación cívica a la que sin duda deberemos prestarle más atención. Es lamentable ver como una madre, con una menor de la mano, ante miembros de la policía exprese que el virus es una mentira y que si Dios quiere le dará el virus. Lamentable porque esa niña que se supone es su hija replicará esa conducta cuando sea mayor y sustituirá a Dios en su propia decisión cívica de cumplir la ley. En fin.   

Siempre se recomienda no tomar decisiones cuando uno está alegre, triste, enojado o muy alterado por uno y otro motivo, pues la decisión podría ser negativa por esas emociones. Por eso consideramos que la ley del Congreso sobre el retiro de los fondos de las AFP, sin calificarla en sí, es una decisión que no debió tomarse en un momento en el que el Perú, todo, sin excepción está alterado. Esto sin duda generará que el Poder Ejecutivo evalúe no promulgar la ley del Congreso, retornado en el Congreso la facultad de promulgarla – como lo hizo con la ley de protección policial – y recaiga en él toda la responsabilidad de una decisión política de gravitación (no sé si positiva o negativa) económica para nuestro país. Pero aun así todo estará dentro del cauce constitucional, una vez más.

Creo que existe un consenso nacional en que el Poder Ejecutivo está afrontando ésta crisis como corresponde y a la altura de las circunstancias, de seguro con varios errores propios de un aparato administrativo enredado y lento que afecta la oportunidad de las decisiones e incluso la legalidad de las mismas, precisamente por lo complicada de nuestra legislación.
De seguro lo anterior genera en muchos sectores políticos, una suerte de celo en lo favorable que puede resultar políticamente al Presidente de la República, la forma cómo está afrontando una crisis sin precedentes no sólo para el país, sino para la humanidad entera, pero ello no debe llegar al extremo de burlarse al extremo de desear que todo el gabinete ministerial se contagie con el Covid19. Eso es inaceptable.

Actualmente nuestra economía, tal como se la conceptualiza, está seriamente dañada y tardará mucho tiempo en recuperarse; las fuentes de empleo están golpeadas al extremo que tendrán que tomarse decisiones serias para sobrevivir como tales. Los centros de trabajo, públicos o privados, tendrán que echar mano muy imaginativa para la dirección y organización del trabajo. Nuestras relaciones personales, sociales y laborales cambiarán radicalmente pues el Covid 19, en tanto no exista una cura o vacuna estará allí a nuestro acecho, pero deberemos asumir el riesgo si deseamos seguir viviendo hacia la normalidad.

Debemos estar atentos, eso sí, a aquellas decisiones sobre nuestra libertad, en todo el sentido de la palabra, para que el mercado y la economía vuelvan al cauce normal en lo posible, sin distorsiones de ningún tipo. El gobierno, al mando del Poder Ejecutivo, antes de la crisis y posterior a ella, tiene limitaciones, y una de ellas es no tomar nota que no toda decisión que tome, basado en la crisis, sea la que de ahora en adelante nos convenga. Es por ello que requerimos de buena información, de toda nuestra capacidad de análisis y de iniciativa para salir adelante, pues a los gobiernos – en general – les puede ser tentador decidir por nosotros más allá de la crisis, y es allí que el pleno poder conferido por una situación de emergencia, sea retornado plenamente al orden constitucional de inmediato, para que todos juntos decidamos salir adelante y ojalá para ser mejores de lo que fuimos antes del 15 de marzo de 2020, como sociedad.

El futuro de nuestro país, actualmente y como en muchas ocasiones en nuestra vida republicana, está en medio de una nebulosa.

domingo, 29 de marzo de 2020

Nebulosa



Fernando Murillo Flores

Antes de proclamar la independencia del Perú un 28 de julio de 1821, San Martín firmó en su cuartel general de Huara, un Reglamento Provisional del 12 de febrero de 1821 que establecía la delimitación territorial del pueblo liberado y la forma de cómo se administraría el naciente Estado peruano, hasta que el pueblo estableciese el gobierno y eligiese a sus autoridades. Una lectura de este documento nos permite apreciar que la realidad era una nebulosa.

Esa nebulosa obligó a San Martín a constituirse en Protector del Estado peruano que en ese momento era un embrión. En el documento firmado un 3 de agosto de 1821 se lee en su primer artículo “Quedan unidos desde hoy en mi persona el mando supremo político y militar de los departamentos libres del Perú, bajo el título de Protector.” El libertador no tenía otra alternativa, aún había enemigos externos de la República porque el último Virrey del Perú se alojó en el interior del país y, lo peor de todo, no existía una clase política capaz de diseñar y estructurar, de la teoría a la práctica una República; la naturaleza de la conquista, la colonia y el virreinato anuló la capacidad del pueblo peruano de engarzar una organización estatal propia, luego de su independencia, como sí ocurrió con las ex colonias inglesas en América del Norte.

En medio de esa nebulosa, siendo necesario siempre un corpus normativo, San Martín emitió otro documento para el ejercicio de su protectorado, denominado Estatuto Provisional de 1821 en cuya motivación leemos: “Mientras existan enemigos en el país, y hasta que el pueblo forme las primeras nociones del gobierno de sí mismo, yo administraré el poder directivo del Estado, cuyas atribuciones, sin ser las mismas, son análogas á las del poder legislativo y ejecutivo. Pero me abstendré de mezclarme jamás en el solemne ejercicio de las funciones judiciarias, porque su independencia es la única y verdadera salvaguardia de la libertad del pueblo; y nada importa que se ostenten máximas exquisitamente filantrópicas, cuando el que hace la ley ó el que la ejecuta, es también el que la aplica.”

En concreto, San Martín luego de la independencia formal y de esos enemigos de la independencia del Perú, se constituyó en el buen sentido de la palabra y en perspectiva romana, en un dictador del Perú, para proteger de propios y extraños al Perú embrionario.

Aún bajo dicho protectorado, el Perú va a elecciones y elige un Congreso Constituyente que asume provisionalmente el Poder Ejecutivo hasta que se dé la Constitución. Ante la dimisión de San Martín, dicho congreso nombró, para asumir la responsabilidad ejecutiva, una Junta Gubernativa, compuesta por tres de sus miembros que no es fácil decirlo fracasó y bajo un presión militar el citado congreso elige como presidente del Perú a José de la Riva Agüero quien también fracasa contra el enemigo exterior y Lima es ocupada y asediada nuevamente por los españoles casi por un mes, ante ello para conducir militarmente el derrotero de la patria se designa a Sucre como General del Ejército, se cesa a Riva Agüero, prácticamente el congreso lo destituye. Luego Sucre encarga al poder político a Torre Tagle quien reuniendo en Lima al Congreso o parte de él lo nombra Presidente del Perú, la otra parte del Congreso se fue a Trujillo junto a Riva Agüero, pues dicha ciudad fue elegida una suerte de capital provisional ante el asedio de Lima de parte de los españoles.

La nebulosa dejaría ver un poco de uno de los males endémicos del Perú, el enfrentamiento político dividiendo al Congreso, la precariedad de un Presidente y la falta de comprensión de la idea de una República y su ausencia eterna de líderes. Así planteada la realidad Bolivar entraría en la escena, solicitado por el pueblo peruano y cuando la embrionaria república no podía aún caminar. San Martín, al despedirse ante el Congreso y del Perú, un 20 de setiembre de 1822, dijo premonitoriamente: “Peruanos: Os dejo establecida la Representación Nacional, si depositáis en ella una entera confianza, cantad el triunfo; si no, la anarquía os va a devorar.”. Esa anarquía fue en medio de la que Bolivar llegó al Perú.

Leamos al historiador De La Puente Candamo “Es muy grave el estado de cosas: la anarquía se une a la lentitud en las operaciones militares. En el referido mes de setiembre de 1823, Riva Agüero se halla en Trujillo con parte del Congreso, y Torre Tagle en Lima con otra fracción de la Asamblea. Al margen de cualquier otra circunstancia, el gran problema del Perú es la carencia de una autoridad que goce de acatamiento general. Durante la anarquía de 1823 falta una visión amplia de las cosas y del objetivo final de todos los esfuerzos; se presenta una forma de competencia entre egoísmos y derechos. Todo resulta aún más grave cuando la guerra se halla en un momento muy duro, cuando no hay una estrategia definida y cuando las fuerzas españolas aparecen de modo furtivo en Lima. Esta es la hora triste de nuestra independencia; la hora en la cual, por falta de responsabilidad común y por abundancia de personalismos y visiones inmediatas, entregamos todas las esperanzas a un terrible riesgo, y ofrecemos una escandalosa imagen de estrechez de miras y de gobierno. Del mismo modo que 1820 y 1821 son años de ilusiones y fervorosas esperanzas, y al igual que 1822 es un tiempo de incertidumbre, 1823 es el momento del desorden como estilo, del pesimismo y del decaimiento.” (de la Puente Candamo. José Agustín. La independencia del Perú, Lima, 2013. Fondo Editorial del Congreso del Perú. P. 191)

Luego de la llegada de Bolivar al Perú (setiembre de 1823) se dio la Constitución de 1823 (noviembre de 1823) que en muchos sentidos es la primera, pero por una disposición del Congreso presidido por Torre Tagle, un 17 de febrero de 1824 se estableció: “1. La suprema autoridad política y militar de la República queda concentrada en el Libertador Simón Bolívar. 2. La extensión de este poder es tal, cual lo exige la salvación de la República. 3. Desde que el Libertador se encargue de la autoridad que indican los artículos anteriores, queda suspensa en su ejercicio la del Presidente de la República, hasta tanto que se realice el objeto que motiva este decreto; verificado el cual a juicio del Libertador, reasumirá el Presidente sus atribuciones naturales, sin que el tiempo de esta suspensión sea computado en el periodo constitucional de su Presidencia. 4. Quedan sin cumplimiento los artículos de la Constitución Política, las leyes y decretos que fueren incompatibles con la salvación de la República.”. Estos poderes le fueron renovados por una Ley del 10 de febrero de 1825, por el Congreso Constituyente.

Así, el neo nato Estado peruano instituyó a Bolivar en dictador del Perú, confiriéndole poder militar y político para lograr “la salvación de la República” y lo logró debido a su experiencia y genio militar, pero para ello era necesario haberlo instituido dictador, pues en esos años (1823 y 1824) no teníamos ni idea de lo que era una República; teníamos un congreso dividido, luego del fracaso de un triunvirato instituido por ese primer congreso y una pugna entre dos presidentes Riva Agüero y Torre Tagle. Así era imposible vencer a los españoles.

San Martín se constituyó en dictador del Perú para proteger la independencia del Perú, a Bolivar lo instituyeron su dictador para consolidar su independencia, en uno y otro caso, lo repetimos a la usanza de la Roma imperial y en medio de la nebulosa; el primero supo vivir su gloria y retirarse como el militar que era, luego de cumplir su objetivo; el segundo vivió intensamente su gloria y no supo retirarse luego de cumplir su objetivo militar, pretendiendo gobernar el Perú más allá de la misión encomendada haciéndose incluso una Constitución vitalicia (1826) y con un sueño lejano de la unidad de la América libre, y tal vez consciente de que el Perú aún no estaba preparado para la vida Republicana, pero el sentimiento contra él y sus ambiciones hizo que un 3 de setiembre de 1826 se fuese del Perú.

Desde ese momento el Perú sería gobernado, al margen de sus Constituciones, por unos pocos considerando que el Estado era su patrimonio y no de todos los peruanos, pues creían que tenían el derecho a repartírselo por uno u otro motivo, pero esa es ya otra historia.


       



    
  

lunes, 23 de marzo de 2020

“Y como veían que resistía…”



Fernando Murillo Flores

Uno ve la gráfica de los casos confirmados de Covid-19 en el Perú y es evidente que desde el 6 de marzo de 2020 a la fecha, de lejos el mayor número de ellos está en Lima (307). El Cuzco tiene 6 casos (al 23 de marzo de 2020). Es obvio que como los otros departamentos con bajo número de casos, el Cuzco debe estar aislado como lo están todos los departamentos por las disposiciones del gobierno, es decir, por la ley que estableció el estado de emergencia, sin descuidar nuestra propia responsabilidad ciudadana y aún más de nuestras autoridades para que esto no se descontrole.

Cuando por razones humanitarias, desde el cierre de fronteras, un avión aterriza en Lima repatriando connacionales, éstos son debidamente identificados y automáticamente son puestos en cuarentena, con el objetivo es descartar en ellos la presencia del Covid-19 y que no se comporten como portadores del virus, agravando la situación en la que ya está Lima. De igual forma debió procederse cuando un avión de nuestra Fuerza Área, en un vuelo humanitario gestionado por congresistas cuzqueños, trajo a población vulnerable varada en Lima en medio de la declaratoria de emergencia. El número de pasajeros del vuelo humanitario fue de cuarenta y uno (41) personas que debieron ser puestas en cuarentena de inmediato. No fue así. Ahora se sabe que las autoridades los buscan para hacerles el seguimiento sanitario correspondiente.

También se supo que el vuelo fue solicitado por los cinco “nuevos” congresistas del Cuzco y que en él viajaron de Lima a Cuzco, tres de ellos y uno de ellos trajo consigo en el avión a once (11) personas que son sus parientes. La regla de tres simple nos informa que poco más de un veinticinco por ciento (25%) de un vuelo humanitario, gestionado por congresistas cuzqueños estuvo al servicio de la familia de uno de los congresistas que gestionaron el vuelo humanitario, que apenas juró el cargo, ya forma parte de esos funcionarios públicos que desde los tiempos de la colonia e inicios de la república, consideran al Estado como un patrimonio particular y del que deben servirse, aún en tiempo de crisis.

Cuando Alfonso W. Quiroz nos introduce a su libro “Historia de la corrupción en el Perú” (IEP, Lima, 2019) nos dice que en el primer capítulo analizará “las raíces coloniales de la corrupción administrativa sistemática de las patrimoniales cortes virreinales, respaldadas por un séquito de patronazgo que se beneficiaba con monopolios, privilegios y cargos oficiales comprados.” (P.45) explicando cómo la administración colonial consistía básicamente en una suerte de concesión al virrey para que éste repartiese determinadas porciones del patrimonio estatal colonial que administraba en nombre de la corona, entre su familia y allegados “El virrey se rodeaba inicialmente de numerosos miembros de su familia, parientes, clientes y criados que viajaban con él desde España. Este séquito cercano erar crucial para la obtención de beneficios no oficiales para el virrey. La red virreinal se expandía luego para atraer a intereses locales ansiosos por cortejar al nuevo virrey. Este patrón se repitió en los gobiernos de sucesivos virreyes desde los primeros tiempos de la Colonia.” (P. 76)

De allí y luego de la independencia, el Estado peruano fue visto siempre como un patrimonio a repartir luego de pagar las deudas de la independencia, de pagar servicios de los libertadores, de ir repartiendo entre unos y otros las propiedades del Estado, y luego de seguir capturando el poder para continuar repartiéndolo ,“Los funcionarios gubernamentales coludidos, los enviados diplomáticos peruanos en el extranjero y los hombres de negocios locales y extranjeros manipularon en provecho propio las normas y metas del crédito público” (P. 128).

Cuando la economía peruana podría haberse consolidado con la explotación del guano de isla, eso que en el colegio nos enseñan fue una época de bonanza de nuestra economía, de su explotación y venta el Perú sólo se benefició con un 2%, producto de decisiones en función de intereses particulares y pésimos contratos. Durante nuestra vida republicana e incluso durante la guerra con Chile, nos dice Quiroz “En medio de una crisis extrema, Piérola encontró excelentes oportunidades para malversar y saquear los fondos destinados a la defensa nacional” (P. 157). ¿Se imaginan?     

Para que ir haciendo recuento de todo ello luego del 1900; sólo basta recordar que desde que la democracia fue recuperada luego de la dictadura Fujimorista y la fuerte corrupción de ese gobierno, antecedido por un irresponsable manejo de la economía durante el primer gobierno de García, para luego transitar por el gobierno de Toledo que también fue corrupto, ahora lo sabemos bien y continuar con los gobiernos de García y Humala, atravesados todos éstos últimos por ese escándalo llamado Odebrecht. El Estado fue capturado para beneficio propio, mediante su administración miles de millones de dólares fueron desviados a arcas privadas a costa el presupuesto estatal, mediante una serie de contrataciones y concesiones fraudulentas, tal y como sucedió luego de nuestra independencia, qué lástima que casi a doscientos años de ella, con nuevas formas más sofisticadas se siga utilizando el Estado para intereses particulares.

Llegamos a los 200 años de nuestra independencia, con las mismas viscosidades de los inicios de la república, debemos estudiar su historia, y en ella los gobiernos que tuvo y tiene nuestro país. Recuerdo a Carmen Mc Evoy: “El Bicentenario puede colaborar en el desagravio del Perú honesto y trabajador, creando, asimismo, el contexto para repasar una historia de ambición y rapacidad desenfrenada que es imprescindible comprender para no volver a repetir.” (Perú: reflexiones sobre lo cotidiano y la historia. Peisa, Lima, 2019. P.82)  

Luego de comprender esa concepción patrimonialista del Estado, que considera al Estado como un patrimonio a ser repartido por quienes lo gobiernan entre quienes colaboran con ellos, gestionar y utilizar un vuelo humanitario en beneficio propio no es novedad y, sin duda, no será lo último que veamos. Y, ahora ¿qué les decimos a los peruanos que quedaron varados en el exterior y no pueden volver al Perú?

Recuerdo las letras de esa canción de “Los no sé quién y los no sé cuántos”, la misma que siempre interpreté en el sentido que el Perú era la torre derrumbada por esa acción demencial de sendero luminoso y el mrta (con minúsculas porque me da la gana) y pese a que estaba caído y destrozado el Perú, siempre se fue a llamar a alguien más, para balancearse encima de nuestro Perú, pero nunca alguien llamó a quien lo repare y lo levante: “Sobre una torre derrumbada, como veían que resistía, nadie fue a llamar a un electricista.”. Debemos elegir bien, elegir a quien esté dispuesto a levantar el Perú, no a quien no tenga reparo en balancearse sobre él.

El pueblo del Perú está siendo atacado y amenazado constantemente por un enemigo invisible, lucha porque su precario sistema de salud pública no colapse y no se dé abasto para atender personas que sean atacadas por el Covid-19 y se contaminen por transitar sin el debido cuidado por la calle, el barrio, el parque, el terminal, etc., aún no ha caído la torre (el Perú), y alguien ya está balanceándose en ella. Esta es la opinión de un ciudadano, respecto al comportamiento ético y público de un funcionario público de elección popular, mas no una opinión sobre la política que hará en el futuro o sus ideas, pues que se sepa recién empieza, y la verdad es que promete.

jueves, 19 de marzo de 2020

“Ya están aquí…”



Fernando Murillo Flores

Recuerdo que la primera semana de febrero, en Lima y ya de vacaciones, mi hijo Franco que es Médico me iba comentando todo preocupado sobre la aparición de un virus en la lejana China, durante todo el mes él me iba informando, cada vez más preocupado, que la epidemia no estaba siendo contenida y que el virus había pasado las fronteras de ese lejano país; llegó un momento en el que me dijo que tarde o temprano llegaría al Perú. La verdad… no le creí.

Lamentablemente así fue, llegó al Perú el ya famoso virus con corona y todo eso; en ese momento recordé a esa inocente niña Carol Anne frente al televisor prendido y sin señal, volteando y diciéndonos a todos los asombrados espectadores de Poltergeist: “ya están aquí…”

Ahora sabemos que antes de llegar al Perú el viernes 6 de marzo, el virus ha puesto en serios aprietos a dos países del primer mundo: España e Italia, dos países europeos, desarrollados, civilizados, cultos y de una ciudadanía cívica ejemplar, respetuosa de la ley, según dicen. Sus pueblos, con esas características, uno de los elementos del Estado según la clásica doctrina, no hicieron caso de las disposiciones gubernamentales de aislarse socialmente en casa para contener al ya famoso nuevo Corona Virus que ya pululaba entre ellos.

Antes del Perú, el virus letal pasó por Brasil, Argentina, Chile, Colombia y Ecuador; atento a la evolución de la epidemia a nivel mundial, ahora ya una pandemia, el gobierno del Perú, el domingo 15 tomó una decisión de Estado, inédita en su historia republicana. Esta decisión de Estado, de seguridad de Estado más propiamente ¿no está siendo comprendida por el pueblo peruano?

El Perú, a partir de la década de los años ´80, conoció la declaración de los estados de emergencia justificados por la violencia del terror en los que nos sumió sendero luminoso y el mrta (así con minúsculas porque me da la gana); con esos dos virus sociales terroristas que son capaces de engendrar quienes no entienden que el mal no puede transitarse para llegar al bien, se nos hizo vivir estados de emergencia a los que esperemos no volver jamás. Muchas veces también hemos presenciado declaraciones de estados de emergencia a pedido de las mismas poblaciones cuando ésta se ven golpeadas por los eventos de la naturaleza, como el que acabamos de presenciar en Santa Teresa, La Convención, Cuzco.  En otros casos también hubieron estados de emergencia declarados ante convulsiones sociales.

El Estado de emergencia declarado el domingo 15 de marzo de 2020 no tiene nada que ver con la acción de unos mal nacidos, ni con los hechos de la naturaleza y conflictos sociales, sino con una amenaza invisible a nuestros sentidos, que si bien ahora los podemos explicar por el avance de la ciencia, el asombro ante esa amenaza, estoy seguro, para muchos es como el de esas gentes de las sociedades medievales que no entendían las pestes que las asolaban de cuando en cuando Europa y la gente caía y caía, y de la que incluso ni la nobleza se salvaba, así levantasen los puentes de sus castillos.

Debemos primero entender que el Estado peruano es unitario, que es gobernado por un gobierno central y que estamos ante una amenaza viral y letal para el pueblo del Perú, entre los que más vulnerables son los adultos mayores, que son contagiados por personas adultas, jóvenes y niños que son más resistentes al virus, pero que tarde o temprano lo padecerán, todo ello en la cotidianidad de nuestras vidas, eso es lo peligroso.

En un primer momento el gobierno dictó recomendaciones y suspendió las labores escolares por todo el mes de marzo de 2020, si la lógica era evitar que nuestros niños y jóvenes no se contagien, muchos nos preguntamos y qué fue de la suspensión de labores universitarias, si igual en las universidades hay fuerte concentración de personas. Tímidamente los mismos voceros del gobierno dijeron que la medida no abarcaba las universidades porque ellas eran autónomas. Hasta cuando el Estado tendrá que asumir que la autonomía universitaria hace de las universidades, respecto a él, entes autónomos e independientes; que la ley les otorgue a las universidades autonomía, ello no significa que sean un Estado dentro de otro Estado. Felizmente el tema volvió a su cauce y el gobierno suspendió las actividades universitarias en una decisión soberana, exenta de arbitrariedad dado el peligro a la salud pública que amenazaba al pueblo peruano.

Cuando el gobierno, dispuso el domingo 15 de marzo: “Declárese el Estado de Emergencia Nacional por el plazo de quince (15) días calendario, y dispóngase el aislamiento social obligatorio (cuarentena), por las graves circunstancias que afectan la vida de la Nación a consecuencia del brote del COVID-19.” La primera pregunta fue ¿debemos ir a trabajar? Para mí estuvo claro que no, pues el gobierno disponía el aislamiento social obligatorio y en mi condición de ciudadano del Perú, debía acatar la ley, así se los dije a todas las personas que me preguntaron: ¿debemos ir a trabajar?

El lunes 16 de marzo, es decir, el primer día del aislamiento social obligatorio, la mayoría de las personas siguieron haciendo su vida normal y muchos empleadores ni se enteraron de la noticia y en lugar de tomar medidas empresariales responsables, optaron por obligar a sus trabajadores a ir a laborar, es decir, a incumplir la ley. Otros empleadores procedieron a despedirlos. En fin.

Para el virus, que todos los peruanos continuemos haciendo nuestra vida normalmente – como lo hicieron los españoles e italianos desobedeciendo a sus gobiernos – es como brindarles a esos bichos de m… autopistas para que lleguen fácilmente a su destino y cumplan su objetivo: matarnos.

Ante ese incumplimiento cívico de la disposición de aislamiento social obligatorio que en metrópolis como Manhattan sus ciudadanos vienen haciéndolo sin necesidad de una ley, pero sí con alta conciencia cívica, el gobierno peruano se vio obligado a emitir otra disposición el miércoles 18 de marzo, precisando que: “Durante la vigencia del Estado de Emergencia Nacional y la cuarentena, las personas únicamente pueden circular por las vías de uso público para la prestación y acceso a los siguientes servicios y bienes esenciales: (…)” enumerando los supuestos que habilitan – excepcionalmente – transitar, pues los ciudadanos peruanos – fieles a su tradición colonial de incumplir la ley – empezaron cada uno a formularse sus individuales excepciones. Ojalá el virus sólo los atacase a ellos.   

Pero adicionalmente el gobierno dispuso algo más puntual: “(…) la inmovilización social obligatoria de todas las personas en sus domicilios desde las 20.00 horas hasta las 05.00 horas del día siguiente, excepto del personal estrictamente necesario que participa en la prestación de los servicios de abastecimiento de alimentos, salud, medicinas, la continuidad de los servicios de agua, saneamiento, energía eléctrica, gas, combustibles, telecomunicaciones, limpieza y recojo de residuos sólidos, servicios funerarios, y transporte de carga y mercancías y actividades conexas, según lo estipulado por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones.” Esto se explica porque muchos ciudadanos peruanos continuaron haciendo su vida nocturna normal, brindando las condiciones necesarias para que el virus llegue fácilmente a su destino y cumplan su objetivo: matarnos (bis).

Si la vida del pueblo de un Estado está en peligro, toda actividad que no sea la esencial para la sobrevivencia de cada uno de sus miembros o personas debe suspenderse. Esta debería ser la divisa de todo ciudadano peruano en este momento, dejando de lado el individualismo para dar paso a la solidaridad. La desobediencia civil o falta de responsabilidad social de cada uno de sus ciudadanos, le ha costado, a la fecha, más de 3,000 muertos a Italia y casi 800 muertos a España, sin dejar de mencionar los miles de contagiados que han hecho que colapsen sus sistemas sanitario.

Nosotros aunque un poco tarde, pero no tanto, y que aún no tenemos un muerto, pero sí personas contagiadas (234), decidimos acatar las disposiciones del gobierno (la ley) y mejorarlas con nuestro comportamiento cívico, asumiendo la experiencia de aquellos países, seremos capaces de contener la expansión del nuevo Coronavirus o Covid – 19.

El pueblo peruano, secularmente y por razones que no caben explicarse en este momento, es siempre resistente a cumplir la ley, pero ahora debe cumplirla por él mismo, por su vida. Esperemos que a partir de esta experiencia asumamos la importancia de ser un pueblo cumplidor de la ley y digno de un Estado que va a cumplir 200 años de vida, sin dejar de pensar que aún tenemos muchos virus sociales que tenemos que vencer, pero por ahora venzamos a este made in China.       



  

jueves, 27 de febrero de 2020

“LOS PASTORES DE PARATÍA, UN CLÁSICO”



Fernando Murillo Flores

El día lunes 24 de febrero de 2020, el salón Machu Picchu de la Municipalidad Provincial del Cusco, fue escenario de la presentación de una nueva edición de un clásico de la antropología mundial: “Los pastores de Paratía.” De la autoría del antropólogo cuzqueño Jorge Aníbal Flores Ochoa (1935).

En la ceremonia hicieron uso de la palabra, de parte de la Municipalidad Provincial del Cusco, su Alcalde, el señor Ricardo Valderrama Fernández y su Gerente de Turismo, Cultura, Educación y Deporte, el señor Alfredo O. Herrera Flores. El brindis de honor estuvo a cargo del señor Víctor Boluarte Medina quien acogió la iniciativa de la publicación. La presencia de estas autoridades no sólo realzó el acto, sino que demostró que más allá de las vicisitudes personales e institucionales, somos capaces de sacar adelante objetivos comunes en beneficio de la comunidad.
  
La nueva edición de “los pastores de Paratía.” inaugura el denominado “Plan Municipal del Libro y la Lectura 2017 – 2021 de la Municipalidad Provincial del Cusco”, entidad que la editó a iniciativa de quien fue su coordinador editorial y encargado del cuidado de la edición, el antropólogo, señor Rafael Warthon Calero; una revisión de la calidad y pulcritud de la edición denota el prolijo con que se hizo, lo que deriva de la admiración de su responsable por la obra del autor, por esto, el agradecimiento sincero y eterno de toda la familia de Jorge Aníbal Flores Ochoa. La edición es, en todo sentido, una edición homenaje al maestro.

Los comentarios del libro, en la ceremonia, estuvieron a cargo de los antropólogos, señores Eldi Zulema Flores Nájar y Jesús Washington Rozas Alvarez, ambos alumnos del autor y la primera, su querida hija.
     
“Los pastores de Paratía.” es el resultado de un trabajo de investigación de campo en el pueblo puneño de Paratía del año de 1964, un trabajo etnográfico por excelencia que describe a sus pobladores y su cultura de manera muy científica y escrupulosa.

En el libro el autor empieza por ubicar geográficamente al poblado de Paratía, el mismo que se ubica por encima de los 4,000 msnm. y describe las características de dicha puna, señalando su orografía, fauna y flora, entre las que se destaca la champa pasto y el rama pasto como fuente principal de alimentación de la alpaca, de la que el autor dice: “a ella se debe en gran parte la posibilidad del desarrollo social humano en estas alturas y muchos e importantes aspectos culturales giran o están relacionados a la alpaca, su cuidado y los productos que de ella se obtienen” (págs. 32 y 35).

Luego se describe al poblador de Paratía, desde su nacimiento, vida y muerte, su alimentación, vivienda, idioma, religión, para finalmente ocuparse de la parte central del estudio: el pastoreo. El autor escribe: “La principal propiedad en Paratía son los rebaños de auquénidos, de los que sacan todo lo necesario para satisfacer sus necesidades básicas. No practican la cerámica porque no dominan su técnica; no son agricultores, en parte porque el medio ambiente es inapropiado para el cultivo y también porque su cultura está encuadrada dentro de los lineamientos que condicionan el pastoreo. La pobreza del suelo, las fuertes nevadas y heladas noches son lo menos propicias como para permitir la siembra intensiva de plantas alimenticias. Para obtenerlas debe acudir al intenso e interesante tráfico comercial con los pueblos agrícolas, que de manera genérica denominan y conocen como los bajíos.” (p. 117).

Es por ello que el libro es prolijo en detalles sobre la crianza de la alpaca por los pastores de Paratía, siendo importante destacar que la cantidad de alpacas de propiedad de los pastores constituyen su patrimonio e incluso la herencia: “Cuando nace un hijo, el padre destina algunas alpacas para el recién llegado, reservándoselas a su nombre. Desde ese momento se comienza a hablar de los animales de “X”. Las crías que nazcan dentro de ese pequeño hato van incrementando su número, que recibe nuevos miembros con ocasión del bautizo católico y, sobre todo, en el corte de los primeros cabellos, gracias a las donaciones que efectúan los padrinos, que de este modo capitalizan la futura propiedad del niño. El rebaño se le entrega cuando llega a la mayoría de edad y contrae matrimonio. Por lo general los varones tienen más ganado que las mujeres, porque se considera que ellas siempre se casarán y que su esposo es quien debe tener un rebaño que permita criar una familia.” (p. 131)  

La textilería está muy ligada, según la investigación, a la ganadería, sobre la cual reside la capacidad de comercio de los pastores de Paratía “Cuando el jefe de familia considera que los tejidos almacenados son suficientes, decide emprender viaje hacia las tierras de los agricultores, a fin de comerciar los productos de la ganadería ya transformados por la artesanía textil, con los granos y tubérculos que requerirán durante el año para subsistir.” (p. 139) 

Clásico, escribió Jorge Luis Borges, “no es un libro (lo repito) que necesariamente posee tales o cuales méritos; es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad” (en Otras inquisiciones). En el prólogo de ésta última edición, Félix Palacios Ríos se pregunta sobre Los pastores de Paratía “¿Qué importancia este libro para ser considerado un clásico? Existen tres condiciones necesarias. La primera, que constituya un aporte original al desarrollo de la ciencia; la segunda que este aporte no se agote con el tiempo; y la tercera, que sea un gozo su lectura” (p. 7). En estas dos consideraciones sobre lo que es un clásico, existen muchas coincidencias.

Palacios Ríos, contestando la pregunta que se formula nos dice: “La obra de Flores Ochoa no sólo tiene valor por su aporte teórico, también ha revelado para el mundo académico un tema etnológico desconocido, dando a conocer desde entonces una inmensa gama de problemas que debían ser investigados. No hay texto, artículo o reseña sobre pastoreo andino que no cite a Los pastores de Paratía. Por ello Jorge A. Flores Ochoa es el único antropólogo andino que proporciona un aporte sustancial al desarrollo de la ciencia antropológica hasta el día de hoy.” (p. 8)

¿Por qué el autor hizo etnografía en Paratía?, él nos dice: “Nuestro primer interés se explica cuando se ve que existe cierta idea difundida y con bastante aceptación, de que el pastoreo puro no existe y tal vez no existió en América. Se lee y escucha que la economía andina es principalmente agrícola y basada en el cultivo de la tierra, tanto en tiempos pre-colombinos como en los actuales” (p. 151). Esa verdad fue refutada por Jorge Aníbal Flores Ochoa, pues él explica: “Como se podrá comprender ahora la información de Paratía puede adquirir valor teórico y práctico para los Andes centrales que, a pesar de ser zona de interés y estudio, no han sido examinados con la intención de observar otras realidades que no sean las de “agricultura intensiva” o de “área de economía agrícola”. En parte tal vez porque los pastores moran en ambientes que están a más de cuatro mil metros de altura, y que han sido dejados de lado y en esta oportunidad, con mucha ambición deseamos que esta omisión comience a ser considerada” (p. 153)

El autor, en un acto de honestidad académica plantea, sobre la antigüedad del pastoreo alto andino tres posibilidades, pero no se inclina por alguna de ellas, dejando abierto un espacio para su investigación posterior, él abrió el camino para muchas líneas de investigación a partir de la “introducción a su estudio” que hizo, pero él nos dice: “sabemos que en la costa se hallan tejidos de lana de alpacas que corresponden a períodos anteriores al inca, y la lana probablemente fue llevada por comercio. Esta presunción, unida a la presencia de enterramientos precolombinos en los páramos del Altiplano, nos permite suponer que el pastoreo puro pudo haber existido ya en esas épocas.” (p. 160)

El día de la presentación, al final de la ceremonia, estuvieron presentes los Ayarachis, rodearon a Jorge Aníbal Flores Ochoa con su danza y música, a los Ayarachi les dedica buenas líneas en el libro “Detrás de las imágenes, como si quisieran estar separados, batiendo con gran entusiasmo sus tambores, van los ayarachi, dando a la fiesta aire de celebración pretérita.” (p. 97) y “los ayarachi, un conjunto musical muy impresionante, tanto por su vestimenta como por la armonía musical que brota de sus zampoñas. Para muchos, ayarachi es sinónimo de Paratía y viceversa, pero creemos que en el momento es algo más que eso.” (p. 15).

“Los pastores de Paratía” significa un antes y un después, al demostrarse la existencia de un pastoreo alto andino como única actividad de los pastores, sin saber con certeza desde cuando existen como tales, “pero mientras tanto” – nos dice el autor – “los pastores de los ayllus de Paratía continúan cuidando sus rebaños de alpacas, tejiendo y caminando por las rutas que siguieron sus padres y los padres de aquéllos, durante muchas generaciones, conduciendo recuas de llamas cargadas con productos de la ganadería y textilería. ¿Por cuánto tiempo? No lo sabemos. Esto podría ser respondido tan sólo por el Apu Wayra Qaqa y el Philinko.” (p. 162) ¿Qué será de Paratía hoy en día?.     

Para su familia, toda, Jorge Aníbal Flores Ochoa es, sin duda, un buque insignia, él ha dejado una valla muy alta: Profesor Principal, a tiempo completo y dedicación exclusiva – en todo el sentido académico de la palabra – de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, llegando a ser Vicerrector Académico; Profesor Honorario de la Universidad Nacional de San Marcos; Medalla del Congreso de la República y Medalla en Grado de Gran Cruz de la República del Perú. Esos logros son producto de la autoridad que da una vida académica dedicada a la investigación.

Ahora, Jorge Aníbal Flores Ochoa es un anciano venerable, un cuzqueño notable de talla mundial para orgullo de todos quienes escucharon sus clases y conferencias y también para quienes son atentos lectores de su obra, todos ellos harán que logre lo que todo maestro espera en silencio: la trascendencia en tiempo y espacio, si es que no lo ha logrado ya. Para su familia fue siempre quien le enseño el profundo significado de lo que es ser cuzqueño y heredero de una cultura milenaria, quien siempre le señaló la senda de la “resistencia y continuidad”.







sábado, 11 de enero de 2020

PUEDES ENGAÑAR…



Fernando Murillo Flores

Acabo de terminar de leer “SIDI”, la última novela de Arturo Pérez Reverte (Alfaguara, 2019) que, según el autor, es un libro que trata sobre liderazgo, propiamente sobre el liderazgo de Rodrigo Ruy Díaz de Vivar y de cómo surgió el mito que representa el Cid Campeador, el mismo que llega hasta nuestros días, habiendo sido objeto de mucha literatura y películas. Aquí comparto algunas ideas que emanan del libro, si por allí hay alguna coincidencia, es pura casualidad.

Un líder, para empezar, necesita casi como una condena existencial o requisito imprescindible, tener un grupo humano que dirigir y conducir hacia fines u objetivos legítimos, de lo contrario no podría serlo, como tampoco lo puede ser cuando teniendo personas que dirigir solo importa su voluntad y decisiones, sin conocer y escuchar aquellos que al menos nominalmente le dan la calidad de líder. El liderazgo no existe al margen de las personas o sin las personas.

Será siempre imprescindible que un líder esté consciente que “Para bien o para mal, de sus aciertos o errores iba a depender el futuro inmediato de su gente.” (p. 128), dice Pérez Reverte, pues “El arte del mando era tratar con la naturaleza humana, y él había dedicado su vida a aprenderlo. Pagando por cada lección.” (p. 180). Confiar en un líder es fundamental, pero el autor dice “No se puede confiar en alguien que nunca cometió un error. Expone a otros a verse envueltos en el primero que cometa.” (p. 291).

De los errores se aprende, los errores dan experiencia; un líder lo sabe, pues si alguien que pretende serlo no los comete nunca (lo cual es imposible) y los que comete no los admite y reconvierte en lecciones de vida, será alguien inmaculado, vale decir inexistente, o sencillamente alguien que miente a diario, hasta para justificar lo mínimo. La lección es confiar en un líder que en su experiencia suma errores que asimilados no se vuelven a cometer, ergo ese líder es confiable, pues si nunca cometió errores puede ser que quienes lo siguen sean quienes paguen las consecuencias. 

Un líder, es quien tiene “la capacidad de hacer planes y de convencer a otros para que los ejecutaran, aunque eso los llevase a la muerte.” (p. 85), pero para ello, nos dice Pérez Reverete, “Es mejor que todos estemos al corriente de los planes, porque empezado el combate no habrá ocasión de órdenes” (p. 83)

Lo primero es tener una capacidad estratégica (hacer planes), lo segundo tener capacidad directiva (convencer a otros para ejecutar los planes) y, lo tercero no menos importante lograr un nivel de compromiso para que todos estén al tanto de los planes a tal punto que no sea necesario dar órdenes para su ejecución, lo que además implica que del grupo humano se diga que “Se conocían bien, y entre ellos eran precisas pocas palabras.” (p. 93).
La preparación antes de la ejecución de los planes por todos compartidos es fundamental, no en vano se dice “Cuanto más se suda antes de la guerra, menos se sangra en ella.” (p. 166)

Es obvio que lo trascrito esta dado en un contexto de conflictos medievales, ¿pero acaso no es cierto que el Arte de la Guerra de Sun Tzu, ahora es empleado en el mundo empresarial? La capacidad estratégica consiste no sólo en tomar decisiones que permitan ubicar a una organización de personas en un sitial en la sociedad, sino en colocar a las personas de la organización que sean capaces de lograr dicho posicionamiento, lo que pasa porque el estratega conozca las potencialidades de cada uno, antes de colocarlos por intereses personales y de grupo que no sean precisamente los intereses de la organización, así se evitará decir que “Muchos hombres buenos se habían perdido para siempre” (p. 331).

Al final de la novela, Mutamán le dice al Cid “Sabes mandar. Renuncias a privilegios que te corresponden: duermes como todos, comes lo que todos, te arriesgas como todos. Jamás dejas a uno de los tuyos desamparado, si puedes evitarlo…” y Ruy Díaz contesta: “Quien no tiene consideración por las necesidades de sus hombres – repuso tras pensarlo un momento – no debe mandar jamás…”. Cuanto hace recordar este pasaje a la respuesta de Urías a David.

Pero aún más le dice Mutuamán a Sidi (el Cid): “Eres un jefe extraño (…) Puedes ser temible con los enemigos, implacable con los indisciplinados, fraternal con los valientes y leales… Tienes la energía y la crueldad objetivas de un gran señor. Eres duro y justo. Y lo que es más importante: puedes mirar el mundo como un cristiano o un musulman, según lo necesites.” (p. 354)

Tomar decisiones para un líder es tomar decisiones justas, es decir, aquellas que tengan las mejores consecuencias que tú puedas prever, considerando toda la información que te sea posible al momento de tomarlas, es por ello que el Cid expresa: “Un jefe de guerra ha de tomar una decisión tras otra – dijo –, y en eso pasa su vida. Ocupado en esas decisiones y en sus consecuencias inmediatas.” (p. 292), pues las decisiones respecto de personas son las más importantes, por ello Sidi reflexiona: “Los hombres no son ideas; si los pierdes tal vez no tengas más.” (p. 292) y en verdad una decisión equivocada al margen de dañar a una persona, ésta se pierde para siempre respecto de quien no lo consideró así.

Luego de una conversación del Cid con Mutamán aquél reflexiona: “El rey moro sabía hacer preguntas y escuchar respuestas, virtud rara en los poderosos” (p. 160). En efecto es cierto, quien tiene el poder – no la autoridad – no pregunta, no escucha, sino sólo su iluminada voz interior, el resultado será mandar y ordenar irreflexivamente con cargo a pagar cara la soberbia.

El Cid o Sidi, era apreciado por su gente, por las personas que lo seguían de manera incondicional, por eso con verdad compartía todo con ellos y cuando llegaba a una conclusión, nos dice el autor, “Asintieron todos, halagados de que un jefe compartiese con ellos tales cálculos.” (p. 133) y en ese diálogo, uno de los hombres del Cid, recordándolo vencedor de otras lides “alzó una mano (…)” para decirle “– Nunca imagine (…) que una noche estaría en campaña, al raso con el vencedor de aquél día, calentándome con el mismo fuego y bebiendo el mismo vino.” (p. 133). La verdad no sólo implica afirmar lo que corresponde a la realidad, sino lo que es en realidad aquello que se vivió o sucedió, tal cual.   

El peor pecado para quien presuma de líder y esté al frente de personas es la mentira y el engaño, ya Abraham Lincoln le puso un epitafio a personas que viven en ellas: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.