jueves, 27 de febrero de 2020

“LOS PASTORES DE PARATÍA, UN CLÁSICO”



Fernando Murillo Flores

El día lunes 24 de febrero de 2020, el salón Machu Picchu de la Municipalidad Provincial del Cusco, fue escenario de la presentación de una nueva edición de un clásico de la antropología mundial: “Los pastores de Paratía.” De la autoría del antropólogo cuzqueño Jorge Aníbal Flores Ochoa (1935).

En la ceremonia hicieron uso de la palabra, de parte de la Municipalidad Provincial del Cusco, su Alcalde, el señor Ricardo Valderrama Fernández y su Gerente de Turismo, Cultura, Educación y Deporte, el señor Alfredo O. Herrera Flores. El brindis de honor estuvo a cargo del señor Víctor Boluarte Medina quien acogió la iniciativa de la publicación. La presencia de estas autoridades no sólo realzó el acto, sino que demostró que más allá de las vicisitudes personales e institucionales, somos capaces de sacar adelante objetivos comunes en beneficio de la comunidad.
  
La nueva edición de “los pastores de Paratía.” inaugura el denominado “Plan Municipal del Libro y la Lectura 2017 – 2021 de la Municipalidad Provincial del Cusco”, entidad que la editó a iniciativa de quien fue su coordinador editorial y encargado del cuidado de la edición, el antropólogo, señor Rafael Warthon Calero; una revisión de la calidad y pulcritud de la edición denota el prolijo con que se hizo, lo que deriva de la admiración de su responsable por la obra del autor, por esto, el agradecimiento sincero y eterno de toda la familia de Jorge Aníbal Flores Ochoa. La edición es, en todo sentido, una edición homenaje al maestro.

Los comentarios del libro, en la ceremonia, estuvieron a cargo de los antropólogos, señores Eldi Zulema Flores Nájar y Jesús Washington Rozas Alvarez, ambos alumnos del autor y la primera, su querida hija.
     
“Los pastores de Paratía.” es el resultado de un trabajo de investigación de campo en el pueblo puneño de Paratía del año de 1964, un trabajo etnográfico por excelencia que describe a sus pobladores y su cultura de manera muy científica y escrupulosa.

En el libro el autor empieza por ubicar geográficamente al poblado de Paratía, el mismo que se ubica por encima de los 4,000 msnm. y describe las características de dicha puna, señalando su orografía, fauna y flora, entre las que se destaca la champa pasto y el rama pasto como fuente principal de alimentación de la alpaca, de la que el autor dice: “a ella se debe en gran parte la posibilidad del desarrollo social humano en estas alturas y muchos e importantes aspectos culturales giran o están relacionados a la alpaca, su cuidado y los productos que de ella se obtienen” (págs. 32 y 35).

Luego se describe al poblador de Paratía, desde su nacimiento, vida y muerte, su alimentación, vivienda, idioma, religión, para finalmente ocuparse de la parte central del estudio: el pastoreo. El autor escribe: “La principal propiedad en Paratía son los rebaños de auquénidos, de los que sacan todo lo necesario para satisfacer sus necesidades básicas. No practican la cerámica porque no dominan su técnica; no son agricultores, en parte porque el medio ambiente es inapropiado para el cultivo y también porque su cultura está encuadrada dentro de los lineamientos que condicionan el pastoreo. La pobreza del suelo, las fuertes nevadas y heladas noches son lo menos propicias como para permitir la siembra intensiva de plantas alimenticias. Para obtenerlas debe acudir al intenso e interesante tráfico comercial con los pueblos agrícolas, que de manera genérica denominan y conocen como los bajíos.” (p. 117).

Es por ello que el libro es prolijo en detalles sobre la crianza de la alpaca por los pastores de Paratía, siendo importante destacar que la cantidad de alpacas de propiedad de los pastores constituyen su patrimonio e incluso la herencia: “Cuando nace un hijo, el padre destina algunas alpacas para el recién llegado, reservándoselas a su nombre. Desde ese momento se comienza a hablar de los animales de “X”. Las crías que nazcan dentro de ese pequeño hato van incrementando su número, que recibe nuevos miembros con ocasión del bautizo católico y, sobre todo, en el corte de los primeros cabellos, gracias a las donaciones que efectúan los padrinos, que de este modo capitalizan la futura propiedad del niño. El rebaño se le entrega cuando llega a la mayoría de edad y contrae matrimonio. Por lo general los varones tienen más ganado que las mujeres, porque se considera que ellas siempre se casarán y que su esposo es quien debe tener un rebaño que permita criar una familia.” (p. 131)  

La textilería está muy ligada, según la investigación, a la ganadería, sobre la cual reside la capacidad de comercio de los pastores de Paratía “Cuando el jefe de familia considera que los tejidos almacenados son suficientes, decide emprender viaje hacia las tierras de los agricultores, a fin de comerciar los productos de la ganadería ya transformados por la artesanía textil, con los granos y tubérculos que requerirán durante el año para subsistir.” (p. 139) 

Clásico, escribió Jorge Luis Borges, “no es un libro (lo repito) que necesariamente posee tales o cuales méritos; es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad” (en Otras inquisiciones). En el prólogo de ésta última edición, Félix Palacios Ríos se pregunta sobre Los pastores de Paratía “¿Qué importancia este libro para ser considerado un clásico? Existen tres condiciones necesarias. La primera, que constituya un aporte original al desarrollo de la ciencia; la segunda que este aporte no se agote con el tiempo; y la tercera, que sea un gozo su lectura” (p. 7). En estas dos consideraciones sobre lo que es un clásico, existen muchas coincidencias.

Palacios Ríos, contestando la pregunta que se formula nos dice: “La obra de Flores Ochoa no sólo tiene valor por su aporte teórico, también ha revelado para el mundo académico un tema etnológico desconocido, dando a conocer desde entonces una inmensa gama de problemas que debían ser investigados. No hay texto, artículo o reseña sobre pastoreo andino que no cite a Los pastores de Paratía. Por ello Jorge A. Flores Ochoa es el único antropólogo andino que proporciona un aporte sustancial al desarrollo de la ciencia antropológica hasta el día de hoy.” (p. 8)

¿Por qué el autor hizo etnografía en Paratía?, él nos dice: “Nuestro primer interés se explica cuando se ve que existe cierta idea difundida y con bastante aceptación, de que el pastoreo puro no existe y tal vez no existió en América. Se lee y escucha que la economía andina es principalmente agrícola y basada en el cultivo de la tierra, tanto en tiempos pre-colombinos como en los actuales” (p. 151). Esa verdad fue refutada por Jorge Aníbal Flores Ochoa, pues él explica: “Como se podrá comprender ahora la información de Paratía puede adquirir valor teórico y práctico para los Andes centrales que, a pesar de ser zona de interés y estudio, no han sido examinados con la intención de observar otras realidades que no sean las de “agricultura intensiva” o de “área de economía agrícola”. En parte tal vez porque los pastores moran en ambientes que están a más de cuatro mil metros de altura, y que han sido dejados de lado y en esta oportunidad, con mucha ambición deseamos que esta omisión comience a ser considerada” (p. 153)

El autor, en un acto de honestidad académica plantea, sobre la antigüedad del pastoreo alto andino tres posibilidades, pero no se inclina por alguna de ellas, dejando abierto un espacio para su investigación posterior, él abrió el camino para muchas líneas de investigación a partir de la “introducción a su estudio” que hizo, pero él nos dice: “sabemos que en la costa se hallan tejidos de lana de alpacas que corresponden a períodos anteriores al inca, y la lana probablemente fue llevada por comercio. Esta presunción, unida a la presencia de enterramientos precolombinos en los páramos del Altiplano, nos permite suponer que el pastoreo puro pudo haber existido ya en esas épocas.” (p. 160)

El día de la presentación, al final de la ceremonia, estuvieron presentes los Ayarachis, rodearon a Jorge Aníbal Flores Ochoa con su danza y música, a los Ayarachi les dedica buenas líneas en el libro “Detrás de las imágenes, como si quisieran estar separados, batiendo con gran entusiasmo sus tambores, van los ayarachi, dando a la fiesta aire de celebración pretérita.” (p. 97) y “los ayarachi, un conjunto musical muy impresionante, tanto por su vestimenta como por la armonía musical que brota de sus zampoñas. Para muchos, ayarachi es sinónimo de Paratía y viceversa, pero creemos que en el momento es algo más que eso.” (p. 15).

“Los pastores de Paratía” significa un antes y un después, al demostrarse la existencia de un pastoreo alto andino como única actividad de los pastores, sin saber con certeza desde cuando existen como tales, “pero mientras tanto” – nos dice el autor – “los pastores de los ayllus de Paratía continúan cuidando sus rebaños de alpacas, tejiendo y caminando por las rutas que siguieron sus padres y los padres de aquéllos, durante muchas generaciones, conduciendo recuas de llamas cargadas con productos de la ganadería y textilería. ¿Por cuánto tiempo? No lo sabemos. Esto podría ser respondido tan sólo por el Apu Wayra Qaqa y el Philinko.” (p. 162) ¿Qué será de Paratía hoy en día?.     

Para su familia, toda, Jorge Aníbal Flores Ochoa es, sin duda, un buque insignia, él ha dejado una valla muy alta: Profesor Principal, a tiempo completo y dedicación exclusiva – en todo el sentido académico de la palabra – de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, llegando a ser Vicerrector Académico; Profesor Honorario de la Universidad Nacional de San Marcos; Medalla del Congreso de la República y Medalla en Grado de Gran Cruz de la República del Perú. Esos logros son producto de la autoridad que da una vida académica dedicada a la investigación.

Ahora, Jorge Aníbal Flores Ochoa es un anciano venerable, un cuzqueño notable de talla mundial para orgullo de todos quienes escucharon sus clases y conferencias y también para quienes son atentos lectores de su obra, todos ellos harán que logre lo que todo maestro espera en silencio: la trascendencia en tiempo y espacio, si es que no lo ha logrado ya. Para su familia fue siempre quien le enseño el profundo significado de lo que es ser cuzqueño y heredero de una cultura milenaria, quien siempre le señaló la senda de la “resistencia y continuidad”.