domingo, 1 de abril de 2012

Agradecimiento


El día martes 20 de marzo de 2012, cumpliendo con nuestra Constitución, se llevó a cabo mi entrevista ante el Consejo Nacional de la Magistratura, en el marco de la Convocatoria del Proceso de Evaluación Integral y Ratificación N° 004-2011-CNM., es decir, luego de esa fecha debía esperarse la decisión de mi ratificación o no ratificación en el cargo de Juez Superior Titular, el mismo que juré cumplir un 21 de abril de 2003. Bueno, la noticia de mi ratificación se publicó en la website del Consejo Nacional de la Magistratura el 21 de marzo de 2012. Entonces, he sido ratificado, por unanimidad, y siento que debo expresar mi agradecimiento.

Agradezco a Dios por estos casi nueve años de Juez, le agradezco me haya dado la oportunidad de juzgar, pues es lo más semejante a él que se pude ser; agradezco también a mis padres, en la oración de la vida y la muerte; agradezco a mi esposa, Ceci, por su inmenso amor, comprensión y permanente apoyo desde hace 22 años; a Javier y Franco mis hijos, por su ayuda en esos momentos en los que uno más los necesita, por los hombres que ya son a su edad y porque sé que están hechos para el bien, el primero como abogado y el segundo como médico; a Sofía, por pronunciar ese “papi, te quiero” tan celestial para los oídos de mi corazón; al Tata y a la Mami, pues sé que estaban angustiados; a María Elena y a Ruth, mis hermanas, porque sé que oraron; A mis tíos Jorge y Yemira, por su sincera alegría. A esta mi familia el abrazo de hijo, esposo, padre y hermano, por siempre y porque es cierto lo que leí de Einstein[2]: “Pero no hace falta reflexionar mucho para saber, en contacto con la realidad cotidiana, que uno existe para otras personas: en primer lugar para aquellos de cuyas sonrisas y de cuyo bienestar depende totalmente nuestra propia felicidad”.

A Begonia Velásquez Cuentas, por ayudarme a reunir aquellos documentos que no puede buscar desde Quillabamba, a cinco horas del Cusco y a Lourdes Oviedo Ruiz, por la misma razón y por ayudarme a organizar mi información judicial regalándome un tiempo valioso de su vida, por haber guardado mis ponencias desde cuando trabajamos a brazo partido; a Luz Janet Cárdenas Estevez, quien me ayudo a encontrar algunos documentos importantes en la hora precisa; a Maybeé Apaza Béjar por su paciencia como mi asistente y lo valioso de su trabajo y tiempo al ayudarme a preparar mi información; a Rachell Mayena Herrera por haberme apoyado profesionalmente como asistente y ser la depositaria y conocedora de todos los archivos judiciales de los procesos en los que soy demandado; a Alexanders Alvarez Romaja por todos los documentos y datos que me dio; a Lía Hanco Luza, por haberse sumergido en los archivos de la Corte y haberme ayudado a fotocopiar mis artículos largos; a Yuliano Quispe Andrade por haber revisado mis artículos periodísticos cortos sobre Derecho para presentar los necesarios; a Renzo Ortíz Diaz, por atender siempre a mis llamados y pedidos registrales. A todas estas personas un abrazo del hermano, del compañero de la trinchera del laboro. Con estas personas se puede uno dar el lujo de un abrazo e ir a la guerra, sin duda alguna.

Todas estas valiosas y buenas personas no sólo colaboraron desinteresadamente en la formación de mi file para presentarlo ante el Consejo Nacional de la Magistratura, sino que me ayudaron directa o indirectamente a afrontar cada una de las denominadas participaciones ciudadanas; siento que mi ratificación también es suya pues cada uno puso un granito de arena en la construcción de la información y en los descargos necesarios en estos avatares.

Encuentro en palabras de Einstein[3] la razón y necesidad de este agradecimiento: “Me recuerdo a mí mismo cien veces al día que mi vida interior y mi vida exterior se apoyan en los trabajos de otros hombres, vivos y muertos, y que debo esforzarme para dar en la misma medida en que he recibido y aún sigo recibiendo

Hay un grupo de personas a quienes no puedo agradecer así, con nombre propio, pues más daño que bien les haría, a ellas, en silencio, un abrazo de amigo. También hay otro grupo de personas que laboran en la misma Corte que yo, sé que mi ratificación no les cayó bien, pero así es la vida y no de otro modo ¿no?

Si bien no para agradecer, pero sí para tenerlo presente, debo mencionar que todas las personas que presentaron sus “quejas” ante el Consejo Nacional de la Magistratura en mí contra durante siete años, pero con nombre propio, merecen todo mi respeto, pues es un gusto cumplir con el deber de responder una queja con la verdad, ante quien da la cara, como debe ser.

Quien presentó una queja en contra mía, suplantando la identidad de una persona – hubiese sido más digna la anonimia –, escondiendo bajo una intencional mala redacción su real redacción para no ser reconocido, y reuniendo sobre mi persona, de una manera enfermiza – como quien sigue mis pasos – información de casi 17 años (1994 a 2012) a este sujeto sólo le puedo decir que toda la información que presentó era sobre hechos plenamente esclarecidos en su oportunidad, de manera que de nada le valió reunirla de donde toda esa información estaba archivada y a la que tiene fácil acceso, lo que me da un indicio claro de quién y cómo la reunió así como de su propósito, siendo el indicio más importante la serie de mentiras y frases que deslizó en el escrito de queja, las que sólo expresan, inconscientemente, su propio comportamiento. A ese individuo de vida de apariencia y de gran señor, le digo que sólo me da pena que sufra del peor y más grave de los males: el ejercicio del mal en sí mismo, ese mal es peor que cualquier otro mal que pueda padecer alguien, pues corroe el espíritu y sin éste sólo queda el animal que todos son cuando no se llega a ser humano y persona.

No hay en mi corazón lugar alguno para el odio, ni para el rencor. Seguiré siendo como soy, ya estoy viejo para cambiar sobre lo sustancial: el amor, la libertad, la justicia y la ética; donde esté seré el hijo, el esposo, el padre, hermano y trabajador que siempre he sido, sea cualquiera el trabajo que me toque hacer siempre que sea honrado; seguiré pensando y escribiendo cuanto pueda sobre lo que sé y lo que me indigna, también lo haré siempre ante lo que considero incorrecto, indecente e injusto.

Termino citando nuevamente a Einstein[4] a quien he leído durante la espera de la entrevista, el me venía diciendo que “El valor de un hombre para la comunidad depende, en principio, de la medida en que dirija sus sentimientos, pensamientos y acciones a promover el bien de sus semejantes”. No sé hasta cuando trabaje en el Poder Judicial, pero eso de escribir y reescribir la palabra justicia cada día y varias veces en la arena, sin que quede una letra cuando eternamente el mar viene y va, cansa, realmente cansa.


[1] Juez Superior de la Corte Superior de Justicia de Cusco.
[2] Einstein, Albert. “Mis ideas y opiniones”. Antoni Bosh Editor, 2011. p. 20
[3] Idem.
[4] Idem. p. 25