sábado, 14 de marzo de 2009

"Sofía, hubo una vez …"


La memoria es un almacén de recuerdos en nuestro cerebro, y éstos no son sino aquellos hechos que hemos vivido y que quedan registrados en nosotros de una manera indeleble y más intensa si el hecho nos impresiona particularmente. La memoria también almacena hechos, que si bien no hemos vivido, han llegado a ella mediante la información, sean éstos pasados o presentes, inmediatos o mediatos.
Los peruanos, que al año 1980 tenían más de cinco años y al 2000 más o menos la misma edad recuerdan lo que hizo Sendero Luminoso, aunque no lo que era; aquellos peruanos excluidos de ese grupo deben ser informados de lo que fue dicho grupo terrorista y, principalmente, de lo que hizo; pero la obligación de todos los peruanos es almacenar en nuestra memoria lo que fue Sendero Luminoso, lo que hizo y, además, la forma de cómo se le combatió, en ambos casos, de la forma más objetiva para extraer conclusiones certeras y válidas. Sofía, hubo una vez en el Perú…
Cuando un hecho queda registrado en nuestra memoria, sea este un hecho que hemos vivido o uno del que nos hemos informado, pasado o presente, inmediato o mediato a nuestro espacio – tiempo, éste hecho será difícil de olvidar. Mi tiempo no fue el de Cristo, el de Gandhi, el de Luther King, pero recuerdo lo que hicieron a través de la información que me dieron sobre ellos. Sofía, hubo una vez en el Mundo…
Los museos, si reparamos en ellos, son un instrumento de ayuda a nuestra memoria colectiva y están allí para recordarnos que alguna vez existieron y sucedieron personas y hechos, buenos o malos; en Israel, por ejemplo, existe el museo Yad Vashem en memoria del holocausto, construido en un área de 4,200 metros cuadrados y en su inauguración Elie Wiesel, Premio Nobel de la Paz y sobreviviente del campo de exterminio Auschwitz, expresó “no intentamos contar la historia para que la gente llore, porque no queremos piedad, decidimos contar la historia para que el mundo sea mejor, para que aprenda y recuerde". Sofía hubo una vez en el mundo un magnicidio de judíos asesinados en nombre de una ideología demencial… hubo también una muchacha llamada Ana Frank… y un hombre llamado Oskar Schindler que, siendo alemán y nazi está enterrado en Israel… ¿por qué?, pero también !!!hay¡¡¡ Sofía, un obispo católico llamado Richard Williamson que niega la existencia del holocausto. Sofía, hubo una vez…
Por eso hubiese sido bueno un museo que nos recuerde lo que ocurrió aquí en tu Perú, en la década del 80, no vaya a ser, Sofía, que cuando seas adolescente venga un trasnochado y te diga en clase que no existió Sendero Luminoso, que Abimael Guzmán fue un prócer, que el grupo Colina era un grupo de rock, y otro trasnochado te diga que Arica siempre fue chilena o que Patricio Lynch fue leyenda como Will Smith nada más.
La memoria y lo que ella tenga almacenado nos acompañará siempre durante toda nuestra vida. Borges dijo de ella: “Sólo una cosa no hay, es el olvido. Dios, que salva el metal, salva la escoria y cifra en su profética memoria las lunas que serán y las que han sido (Everness, en “El otro, el mismo”).
La única forma de liberarse de la memoria personal, de la memoria del individuo, la de uno mismo es la muerte o la pérdida de razón. Sobre estas afirmaciones puedo citar a García Márquez que por ser un Nóbel algo debe saber: “Jeremiah de Saint-Amour, inválido de guerra, fotógrafo de niños (…), se había puesto a salvo de los tormentos de la memoria con un sahumerio de cianuro de oro” (El amor en los tiempos del cólera) “Fernando tenía entonces veintiséis años, y había de vivir hasta los ochenta y ocho sin escribir nada más que unas cuantas páginas descosidas, porque el destino le deparó la inmensa fortuna de perder la memoria” (El general en su laberinto).
Como vez, Sofía, si acaso la memoria no nos abandona antes de expirar, será ella la que te permitirá recordar, como dice una canción de los Kjarkas, “el olor a la tierra mojada…”
Sofía, había una vez… una campanilla revoloteando la cabeza de Peter Pan en el país del nunca jamás; una princesa llamada Aurora que se hincó el dedo y durmió hasta que vino su príncipe; una hermana escondida por sus hermanastras a quien le calzó un zapatito de cristal; una bella joven llamada Blancanieves que su belleza la condenó a un maleficio hasta que, como no podía ser de otro modo, le besó un hombre valiente; una valerosa joven llamada Mulán que se cortó el cabello, para parecer hombre e ir a combate en lugar de su padre. Sofía, había una vez…
Sofía, hubo una vez… unas culturas pre incas impresionantes y una gran civilización Inca que hizo lo que aún no comprendes en Sacayhauman, en Ollantaybambo, en Pisaq y en Machupicchu, a cuya nación andina perteneces; una conquista, un virreinato, una colonia y una república que nació en la costa y que le ha generado un cicatriz enorme a nuestra nación; una guerra con Chile que, además de habernos hecho perder territorio, dejó en claro que nuestros enemigos reales somos nosotros mismos; una democracia débil que dio lugar a varios militarismos, a un grupo terrorista llamado Sendero Luminoso y uno – dizque – guerrillero llamado Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, que juntos nos hicieron sangrar como pueblo, sin distinguir a los chicos buenos de los malos. Sofía, hubo una vez…
Sofía, eres una niña de cuatro años, la hija de una pareja base cuarenta – como se dice ahora –, estás siendo educada como cuzqueña, andina y peruana, me encargaré de almacenar en tu memoria la suficiente información para que seas una buena persona, una mujer, culta, independiente, amante de la vida y la libertad, pero sobre todo para que tú tengas tus propias ideas, pensamientos y conclusiones, jamás pondré en ti alguna idea sea ideológica, doctrinaria o política mías, nunca te pondré – como no lo hice con tus hermanos – un traje militar, de un equipo deportivo determinado o de una marca comercial que signe tu existencia como ciudadana del consumismo que te despersonalice.
Tú vivirás en el tiempo de la gran capacidad de almacenamiento de la información, pero como toda ella no cabrá en tu memoria, ni en la memoria artificial de tu computadora personal, deberás aprender a desarrollar una herramienta que te permita saber seleccionar dicha información, procesándola y razonándola para hacerte de la esencial; no sé si llevarás una agenda, ni si utilizarás los post it y los cuadernos, pero en tu corazón deberá estar anotada la vida, la libertad y la paz - no olvides la capacidad de indignación -, a las que deberás atender las veinticuatro horas del día en función de lo que imprescindiblemente esté grabado en tu memoria sobre esas amigas eternas.
No sé qué experiencias te tocaran vivir mientras vivamos tus padres, ni imagino aquellas que tendrás que afrontar en tu propio espacio y tiempo, cuando ya no estemos, pero, en todo caso recuerda lo que dijo Viktor Frankl, otro sobreviviente del holocausto y un gran siquiatra de la talla de Freud y Adler, que frente al dolor que nos puede causar una injusticia “Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”, pero para ello, Sofía, para asumir una actitud, tú actitud, deberás recordar, necesariamente, que “hubo una vez…” y no que “había una vez…”