miércoles, 6 de agosto de 2008

A lápiz sobre un libro prestado

Ayer terminé de leer un libro que mi hijo Javier me prestó, en verdad resultó interesante y me atrapó en su texto de suspenso en el mundo de la investigación, un mundo en el que la escena del crimen, las pistas, las huellas y las deducciones conducen a resolver un determinado caso, poniendo ante los ojos del mundo a quién se atrevió a ofender a la sociedad quebrando la ley.

La verdad es que no debo ocuparme de contar la historia del libro, pues podría malograr el interés en él a quien lo desee leer, ni es objeto de estas líneas hacer una crítica literaria, a la que por supuesto soy ajeno, sino sólo trascribir y reflexionar sobre algunas de sus frases, esas frases que cuando se lee un texto interesante van discurriendo a través de la historia y que me permito atrapar con un lápiz tenue (tengan en cuenta que no era mi libro), para así volver a su texto – de aquí un buen tiempo y si me lo vuelven a prestar –, en esa pasión que muchos llaman releer y que a menudo ejerzo siempre a ciegas en los libros de mi biblioteca.

Reflexionando sobre esas frases atrapadas en la red del subrayado a lápiz, he logrado escribir este pequeño artículo que espero motive la lectura de “El enigma de París” de Pablo De Santis (Planeta, autores españoles e iberoamericanos, premio planeta – casamérica 2007. p. 281). Acabo de hablar con Javier, el dueño del libro, y él me dice que lo compró debido a una de esas tantas botellas arrojadas al mar por el hereje impenitente (www.elherejeimpenitente.blogspot.com en un ingreso de febrero de 2007); bueno, Javier no sólo compró el libro, sino que además lo tiene autografiado por el autor.

Esas frases, relacionadas con el mundo de la investigación del crimen son las siguientes:

1. “Investigadores y zapateros ven el mundo desde abajo, y unos y otros se ocupan de los pasos humanos en el momento en que estos se desvían del camino” (p. 11).

2. “Me gusta sentir como en un mundo desordenado pero previsible se abría paso un razonamiento ordenado, pero del todo imprevisible” (p. 13).

3. “ninguno de nosotros conocía el idioma de la derrota, porque cualquier cosa que sucediera durante el aprendizaje, aun las malas, formaba parte de una experiencia que ansiábamos tener, de manera que solo se nos podría amenazar con el curso normal de la vida, con el ejercicio del derecho, con la paternidad responsable, con ir a la cama temprano” (p. 17).

4. “En todas las ciudades, la estadística de suicidios es fija, y no responde ni a cuestiones económicas ni a hechos históricos, es una enfermedad de la ciudad misma, no de los individuos” (p.19)

5. “resolvía el caso de tal manera que no parecía estar hablando solo de ese criminal en particular, sino de la especie humana” (p. 22)

6. “Un asesinato siempre es un caso de “cuarto cerrado”. Ese cuarto cerrado es la mente del criminal” (p. 32)
7. “Sé, por experiencia propia, que nadie es aquello que quiso ser: todos aspirábamos a otra cosa distinta, un ideal que no quisimos manchar acercándolo a la vida real (…) El destino se alimenta del error; la gloria, del arrepentimiento” (p. 131).

8. “Uno nunca tiene los libros que necesita: tiene de más o de menos” (p. 153)

9. “Rodeado de libros peligrosos como estoy, creo que nuestra única esperanza está en olvidar la cita que alguna vez leímos y que nos llevará a la perdición” (p. 154).

10. “Es más fácil trabajar con gente que no tiene nombre; ¿sabe? Así uno se olvida de que caminaron por la tierra, de que alguien los engendró, de que alguien nota su ausencia en una mesa, en una cama” (p. 189).

11. “En nuestro oficio, es el resentimiento lo que mejor se conserva” (p. 190)

12. “pero los detectives nos empeñamos en saber la verdad, y cuando la descubrimos ya no nos pertenece. Son los otros hombres, los policías, los abogados, los periodistas, los jueces, los que deciden qué hacer con esa verdad” (p. 198)

Esas frases en El enigma de París, son aquellas que subrayé porque me parecieron impresionantes, en esas frases se pueden esconder coincidencias o discrepancias con el autor o, simplemente, motivos para pensar, llorar o reír, depende de cómo uno esté hecho para este mundo o cuál es el estado de ánimo con el que se leyó el libro. En esas frases puede ser que hoy no encuentre ninguna respuesta o ninguna pregunta y tal vez mañana sí las encuentre.

En todo libro uno siempre encontrará una razón o un motivo para pensar, cada libro implica ingresar a un mundo muchas veces impensado para nosotros, las formas, los estilos, la trama, los personajes y su mundo son, en esencia, un escenario en el que nos vemos involucrados, sea porque nos identificamos con un personaje, o respecto del que podemos sentir animadversión u odio; en cada libro reside algo de nuestras vidas hechas de sueños y golpes de la realidad, en cada libro existe algo que hubiésemos querido hacer o ser. En fin, espero que estas breves líneas dejen en claro que me presté un libro, en él dejé unas tenues líneas a lápiz que espero volver a leer en algún momento y sobre las que encontraré esas frases arbitrariamente escogidas, que a mí mi hicieron pensar algo o que despertaron un sentimiento determinado, puede ser que de aquí un tiempo no signifiquen nada pero en todo caso hará que vuelva mis pasos detrás de una coincidencia o discrepancia. No he querido pensar sobre ellas y muchos menos escribir, puesto que ello me haría prisionero del texto, prefiero que estén allí para ver cómo es que mi pensamiento evoluciona o involuciona, son esas frase en todo caso un referente y nada más, un punto en el que en algún momento me detuve.

De todas me quedo con una de esas frases “La ciencia ya no es un conjunto de respuestas, sino un exterminio de las preguntas” (p. 238). Es cierto, la ciencia está acabando por responder hasta el por qué utilizó anteojos, hasta el por qué alguien morirá de alguna de esas enfermedades escritas en nosotros mismos, cada vez hay menos sombras a la luz de la ciencia, cada vez hay tanta luz que pronto Peter Pan no podrá coser su traviesa sombra.

Espero que la ciencia algún día me diga por qué subraye esas frases a lápiz en un libro prestado.