viernes, 19 de junio de 2009

Bagua


Estuve viendo lo que sucedió en Bagua, en mi país, en mi selva; los cuerpos de peruanos muertos, no me interesa sin son policías o nativos, son peruanos y nadie me diga más; soy un peruano jugando a la vida en mi Patria y en mi camiseta de peruano ya estoy cansado de llevar cintas negras de luto desde antes que empezará a jugar el partido por mi Patria.

Esas fotos y videos de cuerpos inertes, ensangrentados me traen a la memoria una ya vieja canción de Silvio Rodríguez y para no fallar en la cita entró a la internet y busco las letras de esa canción llamada “Sueño de una noche de verano”, disculpa Silvio por entrometerte en un problema de mi casa, pero antes que ser ajena en ella hay humanos muertos en su jardín; muevo el mouse e ingreso a escucharla: “Si pienso que fui hecho para soñar el sol y para decir cosas que despierten amor, ¿cómo es posible, entonces, que duerma entre saltos de angustia y horror? En mi sábana blanca vertieron hollín, han echado basura en mi verde jardín. Si capturo al culpable de tanto desastre, lo va a lamentar.”

¿Quién lo va a lamentar?, ¿se sabrá en algún momento la verdad sobre lo sucedido?, es aquí donde recuerdo lo que dijo Abraham Lincoln y que tiene una vigencia increíble en distintos espacios y tiempos, sobre todo cuando se habla de información oficial y extraoficial: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

La selva peruana es el hábitat de muchos pueblos nativos e indígenas que han creado desde tiempos inmemoriales su propia cultura, una cultura cuyo escenario es la naturaleza con la que han ido interactuando y creando su comprensión de la vida y de la muerte; la tierra de sus territorios es el origen de todo cuanto ellos conocen, no sé si sea tan difícil comprender que en nuestra patria, en nuestro terreno patrio, hay peruanos como nosotros que consideran que viven, no en otro país, pero sí dentro de un territorio que les pertenece y que debemos aprender a respetar porque no es cualquier territorio, sino uno muy delicado y su equilibrio ecológico es muy frágil.

Alguna vez leí a Haya de la Torre que explicaba como el desarrollo de la historia en Europa había sido lineal, es decir, preclusivo en sus etapas de primitivismo, esclavismo, feudalismo y capitalismo; frente a la realidad del desarrollo de la historia en el espacio que él llamaba con un nombre que siempre he considerado creativo: Indoamérica, y que hoy conocemos como Latinoamérica, en la que viajando, por ejemplo, de la costa a la selva peruana uno podía encontrar los distintos estadios de la historia en función de la que Marx y Engels habían construido su doctrina que en resumen explicaba como uno de esos estadios había engendrado al subsiguiente, pero en un espacio y tiempo distinto al nuestro: Europa.

En el Perú no hay, no ha habido un propio desarrollo económico que le haya permitido llegar al estadio capitalista en el que podamos ver superadas las etapas anteriores, eso nunca ya será posible, es más, siempre hemos vivido bajo la sombra del imperialismo y eso se ha agudizado con el tema de la globalización en la que además hemos perdido identidad y en la que el gobierno ha dejado de lado, creo, lo que Haya de la Torre decía sobre la ambivalencia del imperialismo y la necesidad de saber negociar con él a través de lo que consideraba debía ser un Estado Antiimperialista, pero todo eso son principios y éstos son difíciles de mantener en la praxis política, sobre todo cuando se gobierna y éstos se olvidan. Al respecto recuerdo lo que sobre los principios dijo Groucho Marx: “Señor, estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”

Si el Perú busca prosperidad, esta no puede estar en un lugar o en un tiempo en el que hayamos olvidado a las minorías y lo que ellas culturalmente representan, sobre todo si en el territorio en el que viven, como dice la canción de Silvio, han echado basura, basura que el Estado no ha impuesto a los inversionistas que no la boten y no contaminen la tierra y los ríos de los que, si acaso no lo saben, viene la vida.

Bertrand Russell explicaba: “El principio de la democracia liberal, que inspiró a los fundadores de la Constitución americana, fue que las controversias se decidieran mediante la discusión, no por la fuerza. Los liberales han sostenido siempre que las opiniones deben formarse en base a un debate libre, no permitiendo que sólo se oiga a uno de los lados. Los gobiernos tiránicos, tanto antiguos como modernos, han sostenido el criterio contrario. Por mi parte, no veo razón para abandonar la tradición liberal en esta materia. Si yo ostentase el poder, no trataría de evitar que se oyese a mis contrarios. Trataría de proporcionar iguales facilidades a todas las opiniones, y dejaría el resultado a las consecuencias de la discusión y el debate”.

Hace unos años el gobierno, no este, pretendió privatizar las empresas eléctricas de Arequipa y todos pudimos ver como esa ciudad se convirtió en una trinchera y algunos ministros estuvieron en problemas; ese patrimonio empresarial a la fecha no se ha privatizado. ¿Cuál es la razón por la que ahora, cuando una población que no vive precisamente en la ciudad blanca, sino en la selva peruana, se opone a una legislación que consideran es una patente de corso para la inversión en lo que muchos ya ven como el último pulmón de la humanidad, no sea igualmente respetada? o es que los habitantes de la selva son ciudadanos, como ha sugerido alguien, de un nivel o categoría inferiores.

Parece que aún no hemos comprendido que el Perú es también el ande y la selva y que también son peruanos los andinos como los selváticos, así como peruanos son su forma de vivir, morir y comprender su tierra y su cielo. Es el tiempo de comprender al Perú, de valorarlo en su dimensión histórica y humana, de hacerlo respetar en todos y cada uno de sus habitantes y en ese escenario no tienen espacio aquellos inescrupulosos, vengan de donde vengan, que cuando se trata de vender a su madre sólo se preocupan de discutir el precio.