Existe una característica típica en el hombre y es su imperfección, quien es consciente de ello reconoce que es perfectible y allí radica su mayor fortaleza, lo que además implica asumir la condición humana; el día viernes 10 de octubre de 2008, en una sala de exposición del Convento de Santo Domingo, se inauguró la muestra de las creaturas artísticas de Jorge Flores Nájar llamada por él mismo y en persona, nada más ni nada menos “Azoospermia”.
La azoospermia es, para no complicarnos mucho, la “carencia considerable de espermatozoides” según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Jorge Flores Nájar ha dicho, en sus palabras al inaugurar su muestra, que el nombre que le puso implica reconocer que aún, artísticamente, es estéril y él tiene, al igual de quienes lo queremos, la esperanza de que pronto le venga la fertilidad plena para el goce del artista, lo que equivale a decir, cosa que esperamos, que las musas lo visiten y se instalen en su espíritu en una orgía creadora. Así, la azoospermia habrá sido, en Jorge Flores Nájar un buen comienzo, un recuerdo de la génesis, de la nada a la plenitud exitosa.
Yo conocí a Jorge Flores Nájar desde bebé, miento, lo vi aún desde cuando abultaba el vientre de su madre, mi tía Yemira, y lo recuerdo aún medio viscoso en su cuna de recién nacido, recuerdo también haber ayudado en alguna ocasión a mi primo hermano Miguelito, que siento es una estrella de Jorge, a cambiarle los pañales; lo recuerdo correteando todo crespito y morenito por su casa entre todos que éramos y somos mayores que él; lo recuerdo pintando, dibujando y ahora es que entiendo que el artista ya estaba asomando por entre todo y ante todo.
Si el artista nace o se hace, es seguramente una vieja discusión, yo particularmente pienso que nace y en función del encuentro con la vocación se va forjando día a día en esa perfección.
No sé mucho de pintura y de escultura, pero sí sé que ambas expresiones son arte y aspira a ser belleza, tal como sucede con la literatura, por ejemplo. Todo artista tiene un universo subjetivo de experiencias en el que va buscando elementos para su creación, en ese universo cuenta la alegría, la tristeza, la melancolía, la cólera, las frustraciones, los amigos, enemigos, las buenas y malas experiencias, el amor, el odio, la pasión, la indignación, la reflexión, la euforia; esas experiencias van calando en la sensibilidad del artista, van penetrando en él por los sus sentidos, la indiferencia no es algo que esté en el artista pues ello anularía su sensibilidad. Ay de todo aquél que sea indiferente o indolente a la realidad, a su entorno, a su medio, ese no hará nunca nada pudiendo hacerlo, el artista asume su realidad, asume su universo y se lanza a la creación esperando generar en el público, no sólo reconocimiento, sino la identificación con su expresión. ¿Alguien podría decir que no es una belleza el Para Elisa de Beethoven?, ¿la Gioconda de Leonardo?
Al ingresar a Azoospermia me dio la sensación de estar en el cerebro, en el corazón y en las entrañas del artista Jorge Flores Nájar, allí estaban unas pinturas y unas esculturas que daban testimonio de un mensaje del universo del artista joven. Muchas de esas obras quedarán, a partir de nuestras propias vivencias, en la retina de nuestros ojos, serán como aquellas botellas lanzadas al mar enviando un mensaje con la esperanza de un receptor.
Entre esas creaturas jóvenes de Flores Nájar, aunque considero que son mayores que él, me muevo libremente por la muestra artística, he sido atrapado junto a Franco – mi segundo hijo y sobrino de Jorge – por una mujer, que abriga un dolor y una realidad, una pasividad y una reflexión, una tranquilidad reposada sobre la realidad asentada en la dureza y la debilidad del soporte, a quien Jorge le ha dado la condición de “Viuda” compuesta de acero y madera policromada.
A Franco le gustó “La muerte de la disco”, compuesta de acero y madera, bella mujer, de sólidas formas y coquetería refleja, incrustada y ciega, de senos túrgidos y desafiantes, dispuesta a la vida nueva, llena de secretos, de repente sin luz, pero asentada en la realidad, al menos eso reflejan sus piernas. Esa expresión de solidez básica, de realismo también la apreciamos en Illapa, bella creatura roja con unas botas doradas básicas y sólidas, con una pequeña bolsa en la espalda para un camino largo y con pocos recursos pero de mirada de avance, sugiriendo que el camino por andar es para un largo aliento.
Bueno es saber que aún somos una sociedad que pare artistas, es que tal vez somos caóticos y necesitamos alguien que nos diga que incluso así como somos tenemos el derecho a ser felices a través de la belleza que nos es implícita y aunque seamos ciegos necios allí esta a través del tiempo, la belleza. Jorge Flores Ochoa, de quien Jorge Flores Nájar es un notable espermatozoide y que llegó a ser él, ha expresado al inaugurar la azoospermia de su hijo, de la que en parte es anónimo responsable, que ha sido testigo – en el calor del hogar – del proceso creativo, del trabajo constante, de la búsqueda del detalle, de la perfección y de la entrega para concluir que Jorge, el artista cuzqueño, está haciendo lo que realmente quiere, aunque el camino es largo, está haciendo lo que él quiere ¿habrá mayor dicha de saber que un hijo está haciendo lo que realmente quiere y que es feliz?. Un aplauso para el artista Jorge Flores Nájar “espermatozódico hacia el infinito”.