domingo, 6 de noviembre de 2016

Una carta más para Sofía


Fernando Murillo Flores[1]

Querida Sofía:

¿Te enteraste que en Juliaca, un niño de ocho años estaba en el auto que su padre conducía en estado de ebriedad, cuando fue intervenido por una policía, y grabó con un celular el diálogo de la autoridad paterna con la autoridad policial? Sí te lo conté el otro día en el desayuno.

Bueno, el padre al manejar un automóvil en estado de ebriedad estaba cometiendo un delito y sin duda ponía en riesgo la vida del niño, su hijo que iba con él. De seguro la policía estaba patrullando o vigilando cuando advirtió el hecho e intervino al chofer que conducía ebrio, es decir, a la autoridad paterna del niño.

La autoridad policial, es decir, la policía, inicia un diálogo con la autoridad paterna que, por cierto estaba en falta, y le instruye lo que considera que éste ya sabe, que conducir en estado de ebriedad es un delito, y acto seguido la autoridad policial le pide a la autoridad paterna “dos azules” es decir, dos billetes de S/. 100.00, es decir, una coima de S/. 200.00 para no ver el delito, para no cumplir con su función, con su responsabilidad.

La autoridad policial no se percató que el hijo de la autoridad paterna la estaba filmando con un celular y recién lo hizo cuando todo había quedado registrado, muy tarde… Sabes hija, me hice una pregunta que ahora comparto contigo ¿Por qué el niño de ocho años decidió registrar con el celular a la autoridad policial?

Creo que la respuesta, si bien es simple, es dolorosa. De un tiempo a esta parte los ciudadanos han venido registrando hechos ilícitos – como el que te comento – que son protagonizados por la autoridad policial, como cuando ese ciudadano español que iba en motocicleta hacia Lima por la Panamericana Sur fue detenido dos veces por la autoridad policial y las dos veces fue víctima de pedidos de coima y todo quedó registrado en la cámara Go pro que tenía instalada en su casco ¿tan torpes son nuestros policías que no pueden ver una cámara en un casco de un motociclista? Bah. Y, la autoridad policial no se queda atrás cuando, por ejemplo, hubo agresión de parte de una mujer a un policía en el aeropuerto de Lima, o de una mujer ebria que salía de un restaurante, a otro policía, o cuando una policía grabó a un político con aspiraciones, expresándose de mala manera contra la policía.

Entonces, la respuesta, el niño de ocho años sabía que si la autoridad policial te interviene algo malo puede pasar y, entonces mejor grabarlo que no. Y nuestro niño grabó ese diálogo nada edificante entre dos autoridades, la paterna y la policial.

Qué triste para un niño de ocho años que su padre lo lleve en el auto, conduciéndolo en estado de ebriedad, y que triste para ese embrionario ciudadano debe ser que la policía, la autoridad policial, en estado ecuánime, pida coima a su padre para pasar por alto el delito que éste está cometiendo, incluso en agravio de la integridad de su hijo. Qué triste Sofía, qué triste.

La policía, la autoridad policial, debió intervenir al conductor ebrio no sólo por ese hecho que de por sí es grave, sino porque debía velar por la integridad del niño que iba en un vehículo conducido por un ebrio, padre o no. Entonces, el niño ve que la autoridad paterna es la nada y que la autoridad policial es otra nada.

¿Qué conclusión tiene ese niño ahora en su cabeza? i) que la autoridad policial no cuidó su integridad; ii) que a la autoridad paterna, no le interesó su integridad; y iii) que la autoridad policial con un delito, pasa por alto otro delito, y que cómo el Chapulín Colorado no existe, no habrá nunca alguien que lo ayude.

Que distinto es el poder de la autoridad hija mía, que distinto. Poder tiene cualquiera, la autoridad a cambio se va adquiriendo día a día, quien tiene autoridad tiene el poder de ésta, quien tiene el poder sin autoridad, no tiene nada. Siempre debes considerar que Jesús, Gandhi, Luther King eran poderosos porque tenían autoridad, a cambio, sujetos como Hitler, Mussolini, Pinochet, fueron poderosos pero sin autoridad.

Ante ese niño, su padre es su padre, ello no podrá cambiarse nunca, recuerda que Darth Vader dejó caer a su hijo Luke al vacío con su actitud de llevarlo al lado oscuro de la fuerza y de nada valió ese momento en el que le dijera “!yo soy tu padre¡”

Ante ese niño, la autoridad policial es la que tiene su país, no sé si ello cambie, tal vez, pero entre tanto ello pase, cada vez que se le acerque un policía estará presto a documentar el momento, pues a ayudarlo no viene, ah y no vaya a ser que cuando el niño sea adulto y esté manejando ebrio – total su padre lo hacía – ya no sean suficientes doscientos soles, sino más.

Ese padre ya no tiene autoridad, esa policía ya no tiene autoridad. Nuestro embrionario ciudadano tendrá serios problemas para identificar el bien del mal, pues esta vez el mal estuvo en su padre y en la policía, y el bien nunca estuvo en quienes debió estar, es decir, en su padre y en la policía; y si no estaba en la policía debió estar en su padre, y si no estaba en su padre debió estar en la policía, así por lo menos hubiese visto al bien contra el mal, pero ver el mal y el mal es cosa de locos. Pobre niño, pobre futuro ciudadano.

Sofía, hija mía… tu hermano Javier (26), nuestro Abogado, está por un año en Madrid estudiando su maestría, luego de una estancia de investigación por tres meses en Valencia; tu hermano Franco estuvo en Boston por un tema de investigación universitaria, estuvo en Islandia por un tema de estudios universitarios y está a punto de ser nuestro Médico a los 24 años; ellos son tus autoridades, ellos son tus estrellas, sé que te quieren un montón, eres una de las maravillas que la vida les dio. Te están dejando vallas altas hija mía, sé que las pasarás tú también, lo supe cuando te vi estrenar tu chaqueta militar, y ver que en las solapas verde olivo, colocaste los accesorios que te trajeron tus hermanos de Islandia y Europa. Al infinito y más allá Sofía.    




[1] Papá de Sofía.