Fernando
Murillo Flores[1]
Querida Sofía:
¿Te
enteraste que en Juliaca, un niño de ocho años estaba en el auto que su padre
conducía en estado de ebriedad, cuando fue intervenido por una policía, y grabó
con un celular el diálogo de la autoridad paterna con la autoridad policial? Sí
te lo conté el otro día en el desayuno.
Bueno,
el padre al manejar un automóvil en estado de ebriedad estaba cometiendo un
delito y sin duda ponía en riesgo la vida del niño, su hijo que iba con él. De
seguro la policía estaba patrullando o vigilando cuando advirtió el hecho e
intervino al chofer que conducía ebrio, es decir, a la autoridad paterna del
niño.
La
autoridad policial, es decir, la policía, inicia un diálogo con la autoridad
paterna que, por cierto estaba en falta, y le instruye lo que considera que
éste ya sabe, que conducir en estado de ebriedad es un delito, y acto seguido
la autoridad policial le pide a la autoridad paterna “dos azules” es decir, dos
billetes de S/. 100.00, es decir, una coima de S/. 200.00 para no ver el
delito, para no cumplir con su función, con su responsabilidad.
La
autoridad policial no se percató que el hijo de la autoridad paterna la estaba
filmando con un celular y recién lo hizo cuando todo había quedado registrado,
muy tarde… Sabes hija, me hice una pregunta que ahora comparto contigo ¿Por qué
el niño de ocho años decidió registrar con el celular a la autoridad policial?
Creo
que la respuesta, si bien es simple, es dolorosa. De un tiempo a esta parte los
ciudadanos han venido registrando hechos ilícitos – como el que te comento –
que son protagonizados por la autoridad policial, como cuando ese ciudadano
español que iba en motocicleta hacia Lima por la Panamericana Sur fue detenido
dos veces por la autoridad policial y las dos veces fue víctima de pedidos de
coima y todo quedó registrado en la cámara Go pro que tenía instalada en su
casco ¿tan torpes son nuestros policías que no pueden ver una cámara en un
casco de un motociclista? Bah. Y, la autoridad policial no se queda atrás
cuando, por ejemplo, hubo agresión de parte de una mujer a un policía en el
aeropuerto de Lima, o de una mujer ebria que salía de un restaurante, a otro
policía, o cuando una policía grabó a un político con aspiraciones,
expresándose de mala manera contra la policía.
Entonces,
la respuesta, el niño de ocho años sabía que si la autoridad policial te
interviene algo malo puede pasar y, entonces mejor grabarlo que no. Y nuestro
niño grabó ese diálogo nada edificante entre dos autoridades, la paterna y la
policial.
Qué
triste para un niño de ocho años que su padre lo lleve en el auto,
conduciéndolo en estado de ebriedad, y que triste para ese embrionario
ciudadano debe ser que la policía, la autoridad policial, en estado ecuánime,
pida coima a su padre para pasar por alto el delito que éste está cometiendo,
incluso en agravio de la integridad de su hijo. Qué triste Sofía, qué triste.
La
policía, la autoridad policial, debió intervenir al conductor ebrio no sólo por
ese hecho que de por sí es grave, sino porque debía velar por la integridad del
niño que iba en un vehículo conducido por un ebrio, padre o no. Entonces, el
niño ve que la autoridad paterna es la nada y que la autoridad policial es otra
nada.
¿Qué
conclusión tiene ese niño ahora en su cabeza? i) que la autoridad policial no
cuidó su integridad; ii) que a la autoridad paterna, no le interesó su
integridad; y iii) que la autoridad policial con un delito, pasa por alto otro
delito, y que cómo el Chapulín Colorado no existe, no habrá nunca alguien que
lo ayude.
Que
distinto es el poder de la autoridad hija mía, que distinto. Poder tiene
cualquiera, la autoridad a cambio se va adquiriendo día a día, quien tiene
autoridad tiene el poder de ésta, quien tiene el poder sin autoridad, no tiene
nada. Siempre debes considerar que Jesús, Gandhi, Luther King eran poderosos
porque tenían autoridad, a cambio, sujetos como Hitler, Mussolini, Pinochet,
fueron poderosos pero sin autoridad.
Ante
ese niño, su padre es su padre, ello no podrá cambiarse nunca, recuerda que
Darth Vader dejó caer a su hijo Luke al vacío con su actitud de llevarlo al
lado oscuro de la fuerza y de nada valió ese momento en el que le dijera “!yo
soy tu padre¡”
Ante
ese niño, la autoridad policial es la que tiene su país, no sé si ello cambie,
tal vez, pero entre tanto ello pase, cada vez que se le acerque un policía
estará presto a documentar el momento, pues a ayudarlo no viene, ah y no vaya a
ser que cuando el niño sea adulto y esté manejando ebrio – total su padre lo
hacía – ya no sean suficientes doscientos soles, sino más.
Ese
padre ya no tiene autoridad, esa policía ya no tiene autoridad. Nuestro
embrionario ciudadano tendrá serios problemas para identificar el bien del mal,
pues esta vez el mal estuvo en su padre y en la policía, y el bien nunca estuvo
en quienes debió estar, es decir, en su padre y en la policía; y si no estaba
en la policía debió estar en su padre, y si no estaba en su padre debió estar
en la policía, así por lo menos hubiese visto al bien contra el mal, pero ver
el mal y el mal es cosa de locos. Pobre niño, pobre futuro ciudadano.
Sofía,
hija mía… tu hermano Javier (26), nuestro Abogado, está por un año en Madrid
estudiando su maestría, luego de una estancia de investigación por tres meses
en Valencia; tu hermano Franco estuvo en Boston por un tema de investigación
universitaria, estuvo en Islandia por un tema de estudios universitarios y está
a punto de ser nuestro Médico a los 24 años; ellos son tus autoridades, ellos
son tus estrellas, sé que te quieren un montón, eres una de las maravillas que
la vida les dio. Te están dejando vallas altas hija mía, sé que las pasarás tú
también, lo supe cuando te vi estrenar tu chaqueta militar, y ver que en las
solapas verde olivo, colocaste los accesorios que te trajeron tus hermanos de
Islandia y Europa. Al infinito y más allá Sofía.